Parte 3

El Maldito Internado Umbra

// Parte 3 //

 El resto del día Ashar  tomó  cama,  se sentía bastante mal,   los mareos, la sensación pesada de su cuerpo y una leve fiebre anunciaban que en verdad los  pequeños demonios absorben   con   fiereza su energía.  Daimon  la contempló   en silencio,  se sentía  culpable,  por lo que se ocupó de bajar su  fiebre  con paños de agua fría  ,  pequeñas  perlas de sudor   resbalan  por su frente,  su boca,  un trozo exuberante de  deliciosa  y  delicada carne roja.  Sin pensarlo la besó,  lentamente  pasó su mano  por sus pechos hasta llegar a su vientre,  allí  sintió con fuerza  su linaje,  su mano  se convirtió en una enorme garra,  su verdadera condición de demonio saluda a sus   crías.

 Respiró con fuerza,  su corazón palpitaba con  intensidad,  ajeno a esa sensación  nunca antes  vivida  de  ser el guardián  de sus   pequeños   hijos. Tendría tanto que enseñarles,  sonrió,  el  destino  era una fuerza  superior  que  incluía  a los  demonios,  quién podría decirle  que Yazna  no  sería  la chica  con la que tendría  el honor de convertirse en protector de su linaje más puro  y   la distinción    recaería sobre la chica  nacida  sin   marca   dentro del  clan ,    sometida a la estigmatización  de no poseer siquiera   el  derecho que le confería    el otorgamiento  de un guardián  de bajo  rango.  Ahora se convertía  en la   Madre   Oscura   de la nueva generación  de  Primordiales.  Se  acercó al lecho, recostado en la  enorme cama,  se acurrucó  tras ella y la abrazó con fuerza.  Si un  demonio  de  la realeza podría amar de esa manera  lo ignoraba,  a su pesar  sentía una  necesidad  intrínseca de proteger  a su nueva familia.  Nuevas sensaciones   afloran  en su  corazón
El timbre de la puerta suena, la  cámara  mostró que   era Yaznar,  sabía de lo que se trataba,  una nueva discusión se acercaba.  En cuanto abrió la puerta ella entró como un  furioso  torbellino.

—  ¿ Es  cierto?  Dime  solo si es cierto,  si no quieres  continuar con nuestro compromiso  solo dilo, estoy segura que  unos cuantos demonios   superiores  podrán solicitar  mi mano.

— Te lo dije,  te lo explique,  dijo él tomándole de la cintura, luego el Señor de la Mentira surgió en  él,  son órdenes del Rey, no puedo desobedecer, lo sabes bien, soy el Principe  Heredero  de los Umbra, debo proteger la nueva camada.

Anshar  despertó ante la discusión,  se levantó para tomar unos sorbos de agua, la curiosidad  la hizo acercarse a la puerta  del dormitorio.

—¿ Cómo puedes dudar que te amo?  dijo  Daimón mientras acariciaba el rostro de su prometida.

—¿ Por qué no la enviás de nuevo a su ático,  pon  un guardián    frente a su puerta,  me opongo a que  permanezca  en tu  departamento,  esa golfa puede intentar seducirte.

Anshar  sonrió,   si  la orden no hubiese sido  dada, ella nunca se dejaría   embarazar de aquel  pretencioso demonio. 

— Te lo   digo  amor,  serás mi futura esposa  como lo planeamos,  en cuanto los bebés nazcan ella dejaría de ser parte   de mi mundo,  es una promesa,  dijo con seductora voz.

La joven demonio  sintió   como  sus náuseas  volvían con más fuerza.  Pero lo escuchado le  confirió cierta esperanza,   en algún momento  podría huir  con sus pequeños   se encargaría de criarlos   junto a los humanos,   en completa libertad,   sin   leyes injustas que determinarían de antemano su lugar  dentro del inframundo, ellos  tendrían lo que ella  añoraba   desde niña,  el poder  elegir su destino,  les mostraría  cómo  ocultar sus   inmensos poderes,  Anshar  es una ferviente devota de que con esfuerzo y dedicación  todo era posible, al menos lo intentaría.

La pareja salió del lugar. Anshar  prepararía sus planes, sin lugar a dudas huiría pronto. 
 Su  camada era especial,  necesitaba  averiguar todo lo posible acerca   de sus  futuros  bebés,  alcanzó  su celular,  la red que manejaba  su clan  era   invisible para los humanos, de inmediato  acceso a la información sobre las camadas conocidas como  Camadas Imperiales.

Camadas Imperiales:  Reconocidas por su   extraordinario   poder,  la hembra  elegida  no debe poseer  ninguna  marca   demoníaca en su cuerpo  para poder llevar a cabo el rito de la Luna Maledictus,  la consumación  del acto  por parte de una casta de la realeza considerada primigenia   derivaría en el nacimiento de una de ellas.  Las fuerzas de los Siete Príncipes del Infierno  tomarán  su lugar dentro de la esencia de la camada,   podrán principar   sobre el  Reino  Oscuro  afianzando la siguientes generaciones de demonios primordiales  de gran poder.  Los tres primeros meses de su gestación deben ser protegidos de cualquier fuerza  que intente  robar sus  energías.  A partir de dicho momento  ellos estarán en la capacidad junto a su madre de defenderse por sí  solos.  Durante dicho periodo  se prohíbe  que  fuerzas  del Reino Celestial  ingrese en un rango de diez metros cerca  de la camada,  los cánticos  del conocimiento  mostraran  el camino a seguir  y  calmaran los espíritus  que yacen en ella .  Los alimentos  con fuego en su   composición deben ser graduados,  la carnes crudas son prohibidas, pues pueden  aumentar el deseo  de la camada  de  ansiar   sangre en cuanto nacen.  El  sello  de la Luna         Maledictus    servirá  de la misma manera como  protector.  Su  gestación  completa se llevaría a cabo  dentro del periodo de doce lunas llenas.

Tomó su sitio dentro del enorme lecho,  sencillamente  tendría que esperar  que aquel sortilegio de los primeros tres meses se cumpliera  para poder hallar una salida,  no deseaba ser parte de aquel prepotente  clan de demonios.  Por ahora era simplemente una subordinada  que debía seguir las órdenes dadas.  Cerró  su habitación con llave.  Esa noche  Su Majestad   no llegó  al departamento,  quizás  había  obedecido las órdenes de su amada,  estaría en los dormitorios. 

  Daimon  deseoso de evitar conflictos con  su prometida  reduciría su contacto  con   Anshar,  sin embargo  un nuevo sentimiento surgía en su pecho,  la extrañaba,  había dormido unos cuantos días  junto a ella,  aún así  empezó a  añorar   su cuerpo,  su aroma,  sus débiles quejidos mientras dormía.  Era consciente de que  era un Príncipe Primigenio, y que el  nuevo sello no le confería a ella una casta  a la altura de su rango.  Todo lo contrario  a Yazna  cuyos antepasados  fueron demonios    pertenecientes a  la realeza. A partir de la concepción de la camada   el  aspecto  y pensamiento  de Daimón han cambiado ,  su cuerpo muestra características  asociadas a un hombre un tanto  más maduro, sus músculos parecen tomar los  sitios adecuados,  sus pensamientos se enfocan en proteger a su futura  familia.  Al parecer su papel de  progenitor  es asumido   con seriedad.  De cierta manera eso  le hace parecer más atractivo,  Yasna lo reconoce,  empieza a odiar con todas sus fuerzas a  la chica  sin marca.

Anshar se entretenía   revisando  cada página de la genealogía de su camada,  después de unos cuantos días  se aburría de manera  terrible, prisionera entre las paredes de  aquel frío internado.  Los primeros días  un guardián fue asignado  al  departamento  de Daimon  donde residía  Anshar,  esa noche el lugar fue  invadido por la Psicofonía  de los  Conocimientos,  una  vieja magia negra que con sus cánticos  lograba que los futuros demonios  tomasen el conocimiento al que estaban destinados,   nunca antes dentro del internado   ocurría   un acontecimiento igual,  las voces atávicas se unían repitiendo cánticos creados por el mal miles de años atrás.  Ella  sintió  como su cuerpo fue elevado varios centímetros de la cama,  por primera vez durante su embarazo sintió a sus bebés moverse,    abrazó  con infinito amor  su vientre y su propia voz se unió a los cánticos .  Los ojos de lobo   tomaron  su visión,  se mantendrían   durante el resto de su vida,  estos le permitirían   visualizar   eventos  peligrosos a su alrededor e intentar evitar  el peligro que se cernía sobre ella y sus  hijos.  Dos voces infantiles se unieron al coro  ancestral,  la camada  deparaba sorpresas a cada segundo.  No solo  el internado tomaba cuenta de ello,  a su alrededor  ojos vigilantes  esperaban el momento adecuado  para  convertirse en sus dueños.
 Anshar  asistía de nuevo a clases,  en los pasillos  se encuentra   esporádicamente a la pareja real mostrando  sus afectos,    pasaba a su lado sin siquiera mirarles,  demasiado absorta en  sus pensamientos, planificando su estrategia de escape.  Debía  ser muy prudente,  el plan no  podía tener  fallas,  era consciente del peligro exterior,   pero confiaba ciegamente  en poder burlar el destino.

 Había escuchado   acerca de unas cavernas naturales a cientos de kilómetros de la ciudad,   que fueron utilizadas durante los Rituales infernales,  las   fotos   encontradas  dentro de   la red oscura  le mostraron  que  serían ideales  para dar a luz y mantener   su camada  oculta  de sus enemigos. El tiempo corría veloz,  dos meses habían transcurridos   desde  esa noche,  bajo la luz de las estrellas,  ella dio inicio a su plan.Su cintura parece ensancharse a cada momento, su escape debía llevarse a cabo cuanto antes.

Daimon   aceptaba de mala gana la actitud  indiferente de Anshar,    aún intentaba desentrañar  los pensamientos de la  bella demonio.  Se veía  más hermosa  que antes,  había emitido un decreto en el cual advertía so pena de ser destruido con sus propias manos  si alguno de los demonios dentro del internado  se acercaba a su mujer y a su  camada.

 De cierta manera era gracioso verlo deshacerse en arrumacos junto a Yazna   para luego emitir órdenes como aquella.  Esa noche el  vigilante   a cargo de la seguridad  de la joven madre   solicitó   un  permiso   para asistir a la boda de su hermana,  ella   se lo concedió.  El momento deseado se presentaba,  alquilaría  un auto,  el dinero de su  cumpleaños le   sería útil,  podría contar con el automóvil al menos  cuatro días ,   en un  pequeño  maletín guardó  algunas de sus ropas, era consciente de que con el tiempo nada de eso  le  serviría,  planeó    escabullirse a una ciudad turística, allí  podría   ejercer el don de la adivinación en uno de los  viejos  muelles  durante las ferias  de verano.   Cuando fuese el momento de dar a luz se retiraría  a las  cuevas.  Esa noche después de efectuar   los trámites del alquiler, solicitó  que el auto   fuese llevado a un sitio  cercano al internado.  Era fin de semana,  los portones del internado no serán cerrados    hasta  el amanecer,  sigilosamente  salió  e hizo un gesto obsceno   con su mano  al  dar la espalda  al lugar.

 Al llegar de nuevo el guarda  a cargo de su vigilancia se dio  cuenta de su desaparición,  dando  la alerta. Daimon   deja de percibir  a sus pequeños.  La alarma fue dada,  en tanto  Anshar  comía  con apetito  unos fideos    instantáneos y descansaba en la parte de atrás del auto,  hacía frío,  de repente  su sello  comenzó a generar una tenue luz junto a un tibio  ambiente.  Al parecer los niños   se hacían cargo de quebrantar  una  arcaica ley  y    daban inicio  a un aura de tibieza  protectora para su madre y ellos.

No lejos del auto, un poderoso Elemental   vigila a  la madre y su camada.  El Reino Celestial no interferirá  en  el nacimiento,    sin embargo  estará atento  en caso de que algunos enemigos   intenten    tomar  la  progenie  de los demonios. 

 La  valentía de la joven madre ,  su  aparente fragilidad  junto a una  gloriosa  belleza,  su  determinación  de enfrentar  su destino, la hicieron única antes  los  ojos  de Lycaón.   La miró  de lejos,  mientras botaba los recipientes de la cena en un bote de basura cercano.  Evoca por un momento  a su   amada.  Ella había partido mucho tiempo  atrás,  sin embargo el dolor de su   ausencia  no perdía fuerza.

Sus  ojos  de lobo  se llenaron  de  lágrimas que pugnaban por salir y rodar por sus mejillas,  solo sacudió su cabeza, rememoró  con dulzura a  su   amada.  El amanecer  espantaba las sombras,  la chica se movió dentro de la parte trasera del auto,  su brazo   dolía,  lo había prensado durante la noche  contra  el asiento del auto,  suspiró,  sería mejor que   buscara un nuevo lugar.

La búsqueda de la madre y su camada    fue inmediata,  el Reino Oscuro determinó la importancia  de  la seguridad de   la joven  y sus crías.  Un poder   majestuoso  surgía dentro de su  cuerpo,    el aura  maligna más poderosa   en miles de años   aparecía  con   denodada fuerza ,  concerniente a un   Príncipe  cuya descendencia representaría el  nuevo poder primigenio dentro de su clan,   Su Alteza el Adversario  tomó personalmente el reto,  la  joven madre debía ser encontrada y pronto. 

El elemental Lycaón llegó con noticias al Reino Celestial,  el Señor Supremo reafirmó la orden de proteger  la madre y    la Camada Imperial.

En el  Reino  de las Tinieblas  un espectacular contingente  fue enviado a  proteger  a toda costa   a la madre. 
La joven intentaba encontrar un lugar para desayunar y  acudir a un baño,  Lycaón la miró con ternura,  era tan  joven y hermosa, sus ojos  de lobo lo enloquecieron al acercarse a ella ofreciendo su ayuda,  reconoció unos  ojos similares  a  los  de su  fallecida  amante,  su corazón  dio un vuelco.  Mermad  tenía    esa característica  que incluso le permitía    enfrentarse a la oscuridad sin problema alguno. Una de las llantas del auto  estaba sin aire,  Lycaón  se  encargó. Anshar agradeció la ayuda,   él ofreció   llevarla a su hogar, con suma  amabilidad  intentó  convencerla. 

— Está cerca,  no es lujoso pero  servirá para tus necesidades básicas le dijo mientras  sonreía.



Capitulo 2 // Las Almas Ocultas

 Anshar   y su camada se sintieron cómodos con su presencia, la sensación se seguridad que emanaba de aquel extraño hombre  le  hacía  seguirlo   sin  recelo.   Lycaón   levantó la cortina metálica que protegía su hogar,  era un sitio  repleto  de sorpresas, un enorme espacio,  donde algunos  muebles   se esparcen  desordenadamente por   doquier,  la personalidad  de  su reciente protector  era  un acertijo.  Los  pocos sofás  parecían  provenir de una tienda en Manhathan,  un cuadro enorme con una mujer muy bella  lucía como  punto de enfoque,  antes de llegar a unas enormes escaleras y  una cocina modular,  un paso  más allá  se encontraba el   pasillo  que  daba la bienvenida a un enorme estudio y una biblioteca,    próximo al   traspatio repleto de césped y plantas,  se  encontraba un lujoso baño,   la habitación principal  junto a su respectivo baño  se encontraba en  el segundo piso,   al lado  lo que parecía ser una habitación extra  destinada  a invitados  lucía una  espléndida decoración.  El dueño del lugar tenía  gustos sibaritas  al parecer.   Empezó a subir las   escaleras de metal,  el sonido de sus pasos  retumbaban  dentro del  enorme espacio,  la guió con gentileza a una habitación,  diciendo:
Si necesitas algo  avisame por favor,  suelo dormir poco durante la noche,  prefiero el día para descansar.
Ella asintió  con su cabeza.  El  ambiente era  auspicioso para descansar relajadamente,  sin siquiera quitarse la ropa se tumbó    cómodamente  en   el espacioso lecho.

Lycaón  bajó  despacio las escaleras,  dirigiéndose  al retrato, mientras le miraba absorto  pensaba en los acontecimientos  que hicieron que su amada perdiera su vida.  Dos transmigraciones  dieron paso a un sentimiento de pérdida  irreparable que ahora parecía  llegar a su fin.  Recordó  lo sucedido como si  fuera en el instante  actual. La batalla  inició cerca de la frontera  de Deeper,  un grupo de rebeldes atacaban de forma constante la zona causando   la muerte de cientos de inocentes,  su batallón  fue enviado para apaciguar    e intentar controlar la incipiente guerra.  Mermad  era  la reina  encargada de vigilar  la belicosa frontera, su cuerpo atlético  contrastaba con un rostro  de facciones bellas y sumamente delicadas,   Lycaón  la mantenía   a salvo,  sin embargo  esta vez no pudo lograrlo,  una enfermedad desconocida  consumía ambos bandos,  la fiebre y el vómito  sacudían cuerpos sin reparar lo fuerte o   sanos que  fuesen,  manchas rojas  cubrían la piel de los enfermos antes de morir,   la pesadumbre  se apoderó  de los campos de batalla,   su amada sucumbía al amanecer, junto a miles de personas contagiadas,  las piras funerarias    sembraban un paisaje desolador en las llanuras,  día y noche el fuego ardía quemando los cuerpos  fallecidos por  la mortal  enfermedad.  Unos cuantos lograron sobrevivir a  la debacle, fue desolador para el   magnífico   general  esconder su dolor y  frustración al no poder proteger a su amada.  Ahora  después  de cientos de años los ojos de la chica y su  dulce aroma  le recordaban el de la mujer que amo con locura.  Lentamente  abrió la puerta del dormitorio para  observar   en silencio. Era  preciosa,  su dulce olor  colmaba la habitación,  sus largos cabellos  repletos de  hilos  color  plata ,  cual  un  marco  magistral para su rostro.  Suspiro con fuerza.  La protegería a toda costa sin importar  si  fuese catalogada por sus superiores como una  amenaza.

Daimón  intentaba hallarle por todos los medios,  reconocía sus errores,  le pediría perdón en cuanto la hallase.  Por ahora  sintió que sus bebés se hallaban a salvo,  eso le reconfortaba. De  una manera  súbita  una oleada de celos  le  hace  sentir molesto,  tanto su camada como su hembra  se sentían  cómodos frente a la  enigmática presencia.  De nuevo su  alma   fue  presa de sensaciones nunca antes  vividas.  Gruñó  molesto.  Sus  garras hicieron su  aparición,  si alguien intentaba  apartarlos de su lado  sería destruido.

Para  Lycaón  era  agónico sentir la presencia de   Anshar  sin  poder expresar las  inquietudes  que  afloran  dentro de su ser.  Suplicó  que   aquella bella demonio  no fuese la   nueva  reencarnación de su reina,  de lo contrario sería  una cruel broma del destino.  Cerró sus ojos   trayendo a la memoria  lo sucedido. Por  unos momentos  su  espíritu  recorre    de nuevo los  pasillos del palacio  de forma frenética,  los rebeldes  auspiciados por  el traidor hermano   pretenden  derrocar a  Mermad,  dentro del salón del trono  su ejecución  fue ordenada,   cuando   logró  llegar  la espada  del  cruel hermano  cortaba el cuello  de su   reina ,  solo  alcanzó a vengar  aquel atroz acontecimiento eliminando a todos y cada uno de los traidores,  contemplando  de nuevo como  la pira funeraria  elevaba sus cenizas al cielo, pidió con devoción a los dioses  que  le fuese  concedido  el privilegio de   amar  de nuevo.   Por   ello   esperó  pacientemente que   reencarnarse  , ahora al  mirar a   Anshar,   presentía  que ella   podría ser su amada    Reina    Mermad. Su voz   fuerte y masculina  declaró su amor:

Mi pequeña golondrina, vuela alto
  te esperare por  toda una eternidad
la ausencia es un dolor  que   destroza por dentro
no importa cuanto intente reparar mi alma
me sumerjo en la oscuridad
solo esperando que tu luz llegue a mi 
sé que  lo lograré
confió en el destino
te he de encontrar de nuevo.


Lo  recitó mirando  hacia la habitación donde  Anshar dormía plácidamente.
Por primera vez, luego del acontecimiento de su  sello   la chica demonio  sintió  que   su descanso  sería preservado por el extraño  guardián  que vigilaba de cerca cada uno de sus movimientos.
Sus  sueños  premonitorios no   se ven  interrumpidos por los temores,  en ellos recorría los pasillos  de un  magnífico  palacio,  tras ella  varios sirvientes y un ama  cumplían todos y cada uno de sus deseos.  Al llegar al salón del trono   advierte la presencia de su  amante , el gran    general Lycaón,  sus miradas  se encontraron,  el lenguaje  de la complicidad surge  en ellos  recordando  las noches de amor que compartían  en la habitación oculta del palacio.  Sonrió.  


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