Los Señores de la Oscuridad
// Parte 4 //
—Bien, dijo Rendaf, es hora de hacer una visita. Tomaremos el camino más corto,¿ crees que tus amigos se encuentren aún cerca de las ruinas?
—No, afirmó, hay un escondite en el subterráneo. Debemos llegar antes que ellos, los Dueños suelen dejar Komos en los alrededores del lugar… como advertencia.
—Es hora de movernos, dijo Dionis colocando su armadura.
—Debes dejarla, ordenó Messani; serás un blanco fácil para los detectores colocados en las paredes del recinto. Usaremos uniformes básicos.
—¿Cómo demonios los conseguiremos? Pregunta desafiante el oficial.
—Buscaremos en los depósitos… responde la joven guerrera
—¿Depósitos? Pregunta Rendaf con curiosidad.
— Carecemos de tiempo para sepultar a nuestros compañeros caídos en batalla, ocultamos sus cuerpos en una cámara criogénica que construimos con nuestras propias manos. Allí les colocamos, con la esperanza de algún día poder darle una sepultura digna. Está cerca, bajo la pista de hielo que hay en el Centro Deportivo
—Vaya, dijo Dionis, he pasado por el sitio, a los humanos les encanta hacer danzas y malabares con esos patines, si supieran lo que se halla bajo ese hielo…
Messani lo contempla con una mirada cubierta de tristeza…
—Lo siento, dijo el oficial, fue un pensamiento inadecuado…
La joven les guía hasta una colina cercana, un túnel da inicio a un estrecho pasadizo que llega bajo la pista de hielo; allí los básicos tomaron tuberías con la intención de desviarlas hasta una especie de catacumba de tamaño medio, donde apilados unos junto a otros yacen los cadáveres de los chicos. Tomaron algunas ropas, sobre todo chalecos y capas contra el frío; que apenas cubrieron los musculosos cuerpos de los guerreros oscuros.
Era hora de participar en la reunión. Los tres se dirigieron hacia uno de los túneles antiguos de las vías. Rendaf se detuvo al doblar un recodo en el túnel, varios komos vigilaban la entrada. Se acerca a sus compañeros diciendo:
—Los komos vigilan, creo que dijiste que no estarían en el sitio hasta después de las seis…
—No se preocupen, dijo Messani, nos dejaran pasar, pero no estoy segura de que nos dejen salir con vida… termina diciendo mientras apura el paso y camina por entre los dragones; los guerreros hicieron lo mismo. Al entrar, algunos básicos se encuentran en el lugar, observan sin prestar atención a los recién llegados. Messani busca un sitio apartado tras unas deterioradas columnas. Pronto el sitio se llena de chicos jóvenes; algunos traían algunos recipientes de basura, donde el resto intenta encontrar algo para aliviar su hambre. Cerca de las seis, un robot emisor apareció flotando, mientras dicta una orden con voz autómata que llega a todos los rincones del lugar:
—Próxima batalla, día 12; lugar, ruinas de la Iglesia; deben enfrentar un grupo de enemigos provenientes del inframundo; la misión será eliminar a todos los guerreros oscuros.
El destello del robot se apaga, desapareciendo entre los túneles. Uno de los jóvenes observa a su compañero, preguntando:
—De dónde tomaremos armas, apenas tenemos municiones, y ni hablar de suministros… Será un suicidio.
—¡Calla! Ordena una joven con voz temerosa , deseas que nos apliquen el castigo.
La voz de Rendaf se escucha firme tras ellos.
—¿Desean perder sus vidas ante los señores Oscuros o frente a los komos, sus líderes les otorgan pocas opciones? ¿ Qué clase de órdenes son esas? ¿Dónde se encuentran sus Superiores, acaso no lucharán junto a ustedes? Inquiere Rendaf
—¡Calla! el murmullo se escucha como un rumor proveniente de los adolescentes ¿Cómo te atreves? ¿ Deseas nuestra muerte?
— Parece que vuestros amos sí. ¿ Cómo pretenden defenderse sin armas, débiles, cansados, hambrientos? ¿ Merecen ellos su fidelidad, su lealtad? Afirma Dionis
—No entiendes, dijo uno de ellos, con una cicatriz en su mentón. Si no luchamos seremos entregados al castigo
—Y si lo hacemos, dijo Messani saliendo del oscuro rincón, igual morimos bajo las espadas de los oscuros…
— Creí que habías muerto, dijo uno de ellos.
Ella les contempló y continuó hablando:
Cuando nuestros padres vivían se nos enseñó que la lealtad es tan necesaria como la propia vida, tenemos amigos, parientes en una cueva fría, apilados uno junto a otro… sin el consuelo darles sepultura junto a nuestros antepasados … no deseo que los Dueños sean mis amos. No son buenos como tales, no nos cuidan, ni siquiera nos protegen, nos envían como ganado al matadero; estoy cansada de esconderme como rata, de vivir de desechos, de no poder estar en mi casa sintiendo la calidez de una chimenea y una mesa llena…
— ¿Y qué pretendes qué hagamos? dijo un chico cubierto de pecas en su rostro.
—¿Averiguar qué sucede? ¿Por qué nuestros padres murieron? Quiero saber porque nos envían a nuestras muertes. ¿Por qué una guerra en la cual sus guerreros no ganan una sola batalla? ¿Qué desean lograr con eso? Dice con voz firme Messani.
—¿Cómo haremos eso? Preguntó una de las chicas
—Bien, primero que nada, hoy saldremos de este lugar, nos ocultaremos y veremos qué clase de juego llevan a cabo… esos malditos Superiores.
—¿Dónde iremos? Sabes que ellos nos encontraran y llevaran al castigo. Interviene un chico que apenas tendría catorce años.
Un rumor de temor cundió en el sitio.
— Deben dejar de sentir miedo, somos básicos, hijos de guerreros de clase 1. Es hora de honrar su linaje. Tomaremos un refugio oscuro; encontraremos alimentos… nos ocultaremos hasta el momento indicado. Debemos enfrentar nuestros miedos… Replicó con convicción Messani.
—¿Habrá alimento, estás segura ? preguntó un joven de frágil apariencia
—Si, contestó de forma convincente. La reunión se dió por terminada, una larga fila de básicos seguía a Messani; tras ellos, los guerreros protegen la retaguardia. Los komo han desaparecido. Al amanecer, el refugio bullía de adolescentes que comían todo lo que estuviese sobre la mesa. Luego tomaron, camas, muebles y suelo ; para dormir plácidamente. No eran demasiados, Rendaf les observó desde la sala de mando. Se imaginó a Lengua Negra y el resto de oscuros saborear aquella sangre casi infantil. Pensó en lo sucedido. Tomó en sus manos uno de los mapas ocultos dentro de la pared donde lucía la colección de armas de los Crisso. Dará una visita al mundo de los Dueños, solo allí descubriría lo que estaba por suceder en el submundo. Lentamente camino hacia los hangares, antes activó el código de seguridad alfa; los chicos serían inducidos a un sueño reparador ; por algún tiempo no habrá problemas en la base. Apilo en su morral unas cuantas armas y suplementos de sobrevivencia. Dionis lo descubrió a punto de abordar.
— Eh tú, le dijo, buen amigo,¿ Quieres dejarme a cargo de una escuela de párvulos?
— No te preocupes, active el código alfa, no podrán despertar hasta dentro de unos días… será un sueño reparador, lo necesitan
— Perfecto, te acompañaré. Dijo Dionis con convicción.
—Olvidalo amigo, esto es diferente, los Dueños no son chicos asustados, respondió Rendaf.
—Lo sé, afirmó el oficial; he visto cómo tratan a sus tropas.
Una voz femenina se escuchó: no se atrevan a partir sin mi
—Se los diré de nuevo, dijo Rendaf, es una misión de un solo guerrero, no sé lo que sucederá, no deseo sus muertes en mi conciencia.
—Las tendrás de todas maneras, dijo Messani, estamos condenados junto a ti; debemos tratar de encontrar la solución a este misterio, sólo de esa manera estaremos a salvo.
—El general asintió, no se quitaría de encima aquellos necios; el transportador apenas dio cabida a los tres. Rendaf fue obligado a apretujar su cuerpo contra el de Messani; agradeció al llegar a la dimensión de los Dueños. Dionis contempló asombrado las altas cupulas en forma de hongos que lucian su esplendor; troncos milenarios sostenían aquellos recintos de color dorado que competían contra el cielo azul. Elevadores y escaleras alrededor de los troncos llevaban a diversos niveles, algunos poblados de plantas multicolores, otros eran el refugio de cientos de robots triangulares que mantenían el lugar como un inmenso hormiguero. Rendaf observó uno de los ascensores donde eran colocados recipientes de gran tamaño…
— Son los metales preciosos que obtienen de las minas Azules; todos los días son llevados ante el contador real que se encarga de atesorar los preciados metales en diferentes sitios del palacio. Explicó Messani.
— ¿Tu pueblo, donde vive? Pregunto Dionis con curiosidad.
— Ves esas montañas, tras ellas está mi aldea; o al menos lo que queda de ella. Contestó la joven con un dejo de tristeza en su voz.
Rendaf señalo hacia el lado sur, donde gigantescas máquinas parecían llevar a cabo una tarea descomunal:
Son las rellenadoras, las minas abarcan grandes espacios bajo el suelo que pisas; de tanto en tanto se forman desprendimientos gigantescos; las máquinas se encargan de cubrir el agujero; recuerdo que mis padres relataban que uno de los palacios fue devorado por la madre tierra debido a la ambición desmedida de los Dueños… dentro de sus aposentos se hallaba la Oscura, una espada de un poder extraordinario; nunca fue hallada; mi padre solía decir que la espada escapaba de manos asesinas, su poder radica en que el guerrero que la utilizara lo hiciese por una causa noble… esa leyenda me encantaba, muchos jóvenes solíamos tomar el sendero a la grieta norte, con el fin de hallar el pasadizo… eran otros tiempos
—¡ Mira! Dijo Dionis; el elevador se dispone a partir, subamos!
Los tres tomaron posiciones, intentando esconderse entre los recipientes. El aparato crujió ante el peso, lentamente empezó a izarse; el tronco cubierto por cavidades hacía las veces de una ciudad repleta de robots de mantenimiento, junto a pequeños seres de aspecto felino, la escena cortó el aliento de los viajeros. Ni siquiera Messani había osado llegar hasta los palacios de los Dueños. El ascensor se detuvo cerca de la cúpula principal. Desde allí, subieron por escalinatas de mármol blanco hasta un enorme salón. Para su sorpresa el sitio lucía completamente desolado, su abandono era evidente, muebles y decorados repletos de polvo; nadie habitaba en el lugar. Los tres recorrieron despacio cada una de las habitaciones, el grito de Messani hizo que los guerreros corrieran hacia los aposentos internos; en una cama, el esqueleto de un Dueño llena el lugar, Rendaf nunca había conocido a uno de ellos, de estatura descomunal, sus brazos excedían por mucho el largo de sus piernas, hasta casi doblar su tamaño; su cabeza triangular exhibía un tercer ojo en su frente.
— Vaya, dijo Dionis acercándose al cráneo. Este chico murió de forma chocante.
—¿Chocante? Repitió Messani
— Si, algo muy pesado chocó contra su cabeza, ¡ observa ese agujero de tamaño descomunal!
—Fue asesinado, confirmó Rendaf, no en una batalla, si notas la posición de sus manos ni siquiera intentó defenderse. Pudo ser atacado mientras dormía.
—¿Dormido? Es terrible, quién sería capaz de ello? Preguntó horrorizada Messani
— El asesino tendría acceso al palacio, no fue un enemigo común… afirmó Rendaf .Debemos continuar.
Una voz profunda se escuchó tras ellos
—¿Cómo se atreven a entrar a la ciudad de los Dueños?
Al volver sus rostros, uno de ellos les miraba con fiereza, rodeado de robots y los seres felinos , señaló a los intrusos diciendo:
— Son mis prisioneros, serán llevados hasta las catacumbas norte; y juzgados al amanecer.
Dionis intentó sacar su arma. Rendaf le detuvo.
— Es hora de conocer la verdad, quiero saber quién está a cargo de la ciudad. Dijo, lanzando su espada hacia los robots, Dionis a regañadientes hizo lo mismo. El Dueño observó furibundo a Messani diciendo:
—Tú estás condenada al castigo, has traicionado a tu propio pueblo, serás un ejemplo para el resto de básicos.
Rendaf la tomó de la mano, diciendo:
— No temas, saldremos juntos de esto…o moriremos juntos, es mi promesa.
Ella pareció entender; siguió a los guerreros al ascensor, donde fueron escoltados hasta la prisión. El lugar repleto de huesos y un hedor característico a muerte, mostraba restos de un Dueño.