Esquinero marca de agua

Brujas

// Parte 1 //

El sudor resbalaba por  las  marchitas y arrugadas  mejillas,  la destartalada carreta  parecía pesar más de lo debido, extrañó a su sirviente;   gruñendo  con molestia recordó    como el  jovenzuelo de apariencia frágil  fue    tomado como esclavo durante  una  incursión de los Mayores.  Ella apenas tuvo tiempo de ocultarse,  el chico de Tirsus nunca fue muy inteligente, lo  intercambio por unas cuantas monedas y pociones a sus  familiares, con la promesa de que lo convertiría en un gran  mago   “será  un brujo destinado a la corte de los Azulejos”   frase con la cual  termina   de convencer a los tíos del chico,  respira hondo,  no tenía tiempo para sentirse culpable.  Una  empinada  cuesta  terminó  por acabar con sus exiguas fuerzas.  Apenas  logra probar  bocado, su provisión,  sangre preparada de cerdo,  se echó a perder al pasar por los campos de Beuz. Aquel sitio era un lugar infernal, la guerra devastó  la tierra, otrora cubierta de árboles  y una alta hierba  que apenas dejaba  divisar  las figuras humanas que cruzaban  por  ellos;  cuánto  había cambiado  el lugar.  Una piedra hizo que la  carga se balanceara peligrosamente, algunos artefactos cayeron. Ella se detuvo, sus ropas mojadas de sudor apenas lograron limpiar su entrecejo.  El calor  era sofocante.  Tomo un poco de agua, el sabor residual de ésta la hizo escupir;   la muerte rondaba.  Ella toma  la precaución de   almacenar  agua del manantial de los Espejos, sitio ceremonial de  las brujas.    Preocupada   se sentó  a mirar  hacia  el camino;  si continuaba el sendero  llegaría a  Cala, una antigua fortaleza, caída durante el asedio de los Charpa, qué encontraría? Las noticias relataban  que  los  pocos sobrevivientes  repararon los muros,  para alimentarse  asesinaban a incautos viajeros.  Sonrió,  no dudaba de la última parte de la historia, el hambre era un enemigo feroz.  Su estómago gruñe con fuerza;  en su niñez,  su  Ama Maestra le relataba historias donde  prisioneros desesperados se comían sus propios cuerpos esperando apaciguar  el  hambre.  Miró  su cuerpo enjuto;  no sacaría mucho del mismo.  Durante la guerra,  sus  hermanas fueron obligadas a tomar cuerpos que les permitiese moverse en aquel mundo desangrado por la violencia:  viejas, ancianos andrajosos, hombres  y mujeres   leprosos… nadie sospecharía ,  cuerpos  correosos, inspirando asco y repugnancia.  Suspiro, no podía volver tras sus pasos.  Bebe otro  poco de agua;  secando   de nuevo su rostro;  levantó  la carreta, al sentirla pesada lanza algunas cosas a la orilla del camino.  Unos cuantos rastreadores  de movimiento,  partes de robot en desuso, algunos paneles solares… nadie  compraba mucho  en aquellos tiempos.  Tenía  tres lunas para llegar a la Arboleda ,  de lo contrario quedaría atrapada en aquel  desolado mundo. Estiró sus piernas, era  molesto sentir los   dolorosos espasmos que salían de ellas,  jalo con furia  el transporte, las ruedas crujieron a cada paso,  el sol  sobre su cabeza pesaba como un enorme  mazo,  mientras seguía el sendero nada se escuchaba a su alrededor, los pájaros habían muerto hace ya tiempo,  los arbustos secos   semejaban manos quejumbrosas saliendo de la tierra, pidiendo clemencia ante el astro rey.  La noche fue un alivio momentáneo,   al menos podría   descansar.  Un paisaje triste, desolado, monótono, una estrella fugaz  cruzó  frente a sus ojos.  No era un buen augurio.   Un viento lejano trajo un olor característico, patrullas de saurios  se acercaban.  Su apariencia no serviría de nada, ellos  atacaban cualquier cosa que pareciese humana.  Saco  una rama retorcida,  adornada con unos cintillos de metal, símbolos  druidas adornaban cada sello.   Saco la carreta del camino, busco un grupo de arbustos, apuntó la varita  diciendo:

Formas iguales, un destello azul  lleno la carreta, esta desapareció convirtiéndose en un puñado de ramas secas.   Agachó  su cuerpo sobre el suelo pedregoso;  cubrió  la  cabeza con su manto diciendo:   polvo, tierra, rocas; la anciana pareció disolverse en aquella tierra amarilla.

No lejos, un grupo de saurios  arrastraba  varios  prisioneros.  Las  musculosas  figuras humanas con cabezas de  iguana, formaban filas perfectas, su paso era  tan sincronizado que  el polvo  de  sus sandalias     se levantaba a un  ritmo unísono, provocando  una singular polvareda.  Tras ellos, amarrados  con cuerdas y cadenas, varios cautivos les seguían.  Algunos llevaban en su frente la marca de los Disperios, un  círculo con un búho blanco; era un   grupo   reconocido por sus habilidades   de  rastreadores, uno de ellos de ojos profundamente verdes miro exactamente al sitio donde la bruja se había ocultado.  Llevó su mano hacia una chica de  facciones infantiles, señalando el sitio.  Apra se turbo, si  aquel chico decía algo a sus captores  se vería enfrentada a una batalla en la que dudaba ser  la ganadora.  La procesión  continuó , unos  metros más adelante, el batallón saurio levantaba su campamento.  La bruja  aprovecha la actividad para acercarse al sitio.  Quizás pudiera robar algo de comida.  La fogata de los saurios iluminaba la noche,   los alimentos fueron distribuidos entre las tropas, trozos de  elefante enano, algunas verduras, queso de cauni,  cabras de tamaño similar a un caballo.  Espero pacientemente a que  el jefe fuera  el primero en servirse,    un mínimo descuido por parte  del soldado vigía  fue suficiente,  un trozo del queso    fue  su botín  Caminó unos cuantos pasos,  comió con premura, luego oyó el barullo.  El jefe golpeaba sin piedad a un  prisionero… él mismo que había señalado hacia su refugio.  Una joven intenta defenderle, pero eso  solo servía de acicate al saurio.  Debía irse, y pronto… se alejó unos cuantos   pasos,  su mente le ordenaba irse, su condición semihumana lo impedía.  

—Es solo un chico se decía, morirá joven, su miseria acabara…

Cuando volvió su rostro y  observó  al saurio desenvainar su espada  actuó sin  más, uniendo  sus manos  las dirigió   al  campamento   lanzando  un poderoso hechizo,  una onda de energía invisible hizo que el polvo a sus pies se arremoline ;   el tiempo se  detuvo. Camino hacia los prisioneros, tocando el hombro  de  cada uno diciendo:  ¡Corran, huyan!   Haré que despierten al amanecer…

 Dos de ellos  mirándola fijamente   dijeron. 

— Será mejor que te ayudemos con la carreta,  debemos tomar el sendero sur,  los saurios son solo  el principio de tus problemas,  Cala ha sido tomada …

—¡Olvídenlo¡ contestó,  seré más rápida sin carga,    ¿Porque desean ayudarme, qué planean?

—Sé que vas hacia la  Arboleda, también queremos ir

—¿Y qué habrá allá que les interese tanto?  Pregunta con malicia.

—Nuestra libertad, solo los que has visto como prisioneros hemos podido sobrevivir… la aldea fue arrasada.  Dijo el rastreador.

La mía también, dijo la chica, los que no fueron asesinados, fueron vendidos como alimento en Calas.
Bien  apuntó   la bruja, no tengo tiempo para discutir.  Dejaremos  la carreta,  seguirán sus huellas.  Cada uno llevara  una carga preciada, toma, dijo al chico entregando  un fardo de pieles amarrado cuidadosamente.  La chica también fue tomada como cargador, por último, la anciana   lleva en sus manos  lo que parecía una pequeña jaula, no había nada en ella, a excepción de un pergamino.  

—Vamos, dijo.  Seguiremos el camino trazado por la estrella Roja, señaló  con su mano el firmamento.   Ellos obedecieron.  El sol   trajo consigo un paisaje montañoso, la bruja se dirigió hacia una  fila de  cuevas, internándose en  una .

—¿Cuánto tiempo nos ocultaremos aquí? pregunta la joven dejando caer el fardo al suelo.

—No nos ocultaremos, dijo la anciana, solo seguiremos un camino más largo…

—No creo que sea conveniente, dijo el chico,  aquí habitan los gnomos azules,  y  no les gustan las visitas indeseadas… 

—Lo sé, responde   la mujer,  pero llevo conmigo una carga preciada para ellos, dijo señalando la jaula. El  camino no fue mejor  que  el anterior,  precipicios traicioneros, bifurcaciones con  túneles que daban al exterior;  solo la sagacidad del rastreador  logra evitar  que muriesen al caer en  aquellos terroríficos abismos donde el  fuerte viento intentaba arrastrar todo a su alrededor.  Descansaron un poco;  el agua apenas alcanzaría para los tres;  su sabor se  había vuelto metálico… la chica  olfatea el aire.  Luego dijo : “ escuchan, parece  agua, debe existir algún manantial en estas cavernas, sino cómo pueden vivir los gnomos azules.”  Apra   observa  a Lince,  cuando  abría su boca para explicar a la jovenzuela que los gnomos azules eran  muertos vivientes, un gesto de reprobación  en los ojos de la  hechicera fue suficiente para callarle.  La joven siguió sus instintos, adentrándose  en un recodo del  camino, la  pequeña caverna  estaba iluminada  por un tragaluz natural,  por  una de las paredes   escurren   pequeñas cantidades de agua, Nera corrió hacia  el sitio intentando hacer un cuenco con sus manos para tomar el agua.  

—¡Espera!  Ordena la bruja.  Debemos saber si podemos tomarla.  Acerco la jaula a la pared, en ese momento un hermoso pájaro  de plumaje amarillo  apareció , su cabeza  estaba coronada con plumas doradas y azules que destellaban  con infinidad de colores,  el ave  lanzo un tenue trino y acerco su pico, sorbiendo un poco.
—Está bien,  podemos beber, dijo mientras  lanza  al suelo el residuo del agua transportada, para llenar de nuevo el odre de piel con agua fresca.  Todos bebieron hasta quedar saciados,  Lince apuntó:  ahora solo debemos encontrar una mesa servida con deliciosos manjares…

—Eres demasiado ambicioso, rió Nera.  Una   necesidad a la vez, quizás  podemos hallar hongos umbrella, son deliciosos.

—¿Hongos?  Bien, en este momento  me comería mi sandalia, no es mala idea, buscaré  en  el pasillo que da al norte, quizás tengamos un poco de suerte… al llegar de nuevo al túnel principal una amarga sorpresa les esperaba, un grupo de gnomos azules les apuntaba con sus lanzas y espadas.

—¿Qué hacen  aquí? grita con voz chillona  uno de ellos.

Nera tuvo que reunir fuerzas para no lanzar un grito de horror al mirar aquellos pequeños soldados.  Su piel  era como un cuero viejo secado al sol, su color azul provenía de una especie de descomposición que acompañada de un olor nauseabundo llenaba el aire.  Las cuencas de sus ojos eran pequeñas para  albergar  unos ojos inmensos a punto de estallar.  Su boca tenía un rictus grotesco,  carecían de  algunos dientes y las mandíbulas sobresalen  como en una máscara mortuoria.  Algunos de ellos apenas podían sostener las armas ,  los dedos de sus manos estaban incompletos… guantes de piel  intentaban mantener unida toda aquella carne en descomposición.

—Apra  solicita  ser llevada ante el jefe.  “ Tengo  un fabuloso obsequio para él… ”

Uno de los soldados  señaló    un sendero oculto por una columna de piedra.   Al  llegar a  una  pared rocosa,  la  orden fue dada .

—Obri san

Un ruido  ensordecedor, acompañado de una nube de polvo, dio paso a través de la muralla de piedra a un lugar paradisiaco;  plantas crecían de manera exuberante, frutos de todos los colores colgaban de cornisas gigantescas.  Ciervos dorados,  caballos miniatura de un solo cuerno, faisanes, palomas de loto, conejos árabes,   un deleite para los ojos de los viajeros.

—Crei que  todo aquí estaría  igual que  ellos… dijo Nera.

—Shhh, ordenó la bruja, son muy susceptibles en cuanto a lo que les ocurrió.

—¿Y qué les ocurrió ? pregunta  en   voz baja la joven. 

—Lo sabrás en cuanto estemos a salvo, espero que el regalo sea lo suficientemente valioso para no terminar en los contenedores..

—Nos comerán, dijo la chica, visiblemente preocupada. 

—Oh no,  dijo Apra   , no necesitan alimento, nos convertirán en compost para su pequeño paraíso.

—Silencio!  Dijo uno de los soldados, el Rey  Maris los recibirá.  

Una pequeña sala al final del jardín principal recibió a los prisioneros.  Un gnomo  con una diadema en su frente  les da la bienvenida.

—¡Qué hacen en mi reino, pretenden robar nuestros tesoros? Pregunto  de manera hosca.

— ¡Por supuesto que no!  Respondió Apra,  intentamos huir de los saurios, tomamos  este camino para ocultarnos, queremos llegar a la Arboleda.

—Sabes que nadie cruza por nuestros pasajes sin un precio a pagar… dijo  el rey gnomo, mirando con codicia a la pequeña Nera.

—Si,  mi señor, respondió la bruja, sabemos que quien recorre tu reino debe pagar  una ofrenda. He aquí la mía.  Un silbido hizo que el pájaro Exotic apareciera ante los ojos de aquel rey.  La exclamación ante la hermosura del ave hizo que el resto de  gnomos  en aquel jardín se reuniera alrededor de Apra,  quien  sostenía la jaula.

—¡Maravilloso! Maravilloso repetían una y otra vez.  A una orden de la hechicera, el ave inició un canto melódico que  invadió   los túneles  de  un sonido  celestial.  

El rey  dio un saludo, inclinando su cabeza ante el ave.  Quitando su corona la colocó  sobre  la jaula mientras la arrebata de las manos de la bruja.
—El será nuestro más preciado bien, dijo el rey gnomo.  Gracias dijo mirando a los prisioneros. 

—¡Soltadles¡,ordenó.  Ahora son mis invitados, tienen permiso de cruzar por mis tierras, además podrán tomar frutos de nuestros jardines.  Es todo, deben retirarse!
Efectivamente,  los tres   marcharon tan rápido como sus pies lo permitieron;  los gnomos colocaron en cestas gran cantidad de frutos;  ellos agradecieron, despidiéndose  en las afueras del jardín.  

—Vamos, dijo Apra!  ¡Tenemos que salir de aquí pronto!

—Qué dices, dijo la joven, has entregado el obsequio, además no parecen tan malos,  incluso nos han dado alimento…

—Lince rió, ¿ No sabes nada de ellos verdad Nera?  ¿Puedo relatarle la historia bruja?  Por favor..

—Bien,  responde  la mujer, mientras  el grupo avanzaba  a pasos acelerados…

Estos gnomos   habitaban   la  montaña,  sus bosques y ciudadelas, reconocidas por su  hermosura, atraían visitantes de todas partes del mundo.  Su obsesión por conservar todo aquello que consideran  de gran   belleza   fue su perdición… iniciaron robos, asaltos, secuestros, no tenían  límites, doncellas, animales, tesoros.  Un día decidieron robar la espada  Oscura del gran amo Niere;  lo que ignoraban era que la espada había  sido  obsequiada por los Guías Blancos al  leal rey; y esta  conllevaba una terrible maldición, “ si el mal toca la espada, será el fin de  todo aquel que lo intente”    el gran guerrero Niere les encontró agonizando;  sintiendo lástima por aquellos gnomos  cuya ambición  era resguardar toda la hermosura que existía a su alrededor,  pidió a los Dioses Blancos tener clemencia.  Y ahí tienes,   muertos vivientes que  aún atesoran lo que consideran precioso.

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