
Cazadores de Monstruos
// Parte 3 //
Capitulo 4 // Conoce a tus Enemigos
—No entiendo nada, sabes Hunt, hace solo una semana me fui de vacaciones, hoy debía estar en mi escuela, charlando con mis amigos, quejándome de los profesores y la comida en la cafetería. Llevando recados a mi hermano de las chicas mayores… y hoy no tengo a nadie; no sé dónde está mi familia y una cosa con olor a cloaca quiso morderme durante la noche… la chica empezó a llorar, primero como si se tratara de una leve llovizna, hasta aumentar a un raudal incontenible. Hunt solo la observa sin saber qué hacer… Comi se acerca restregando su cuerpo contra el rostro lleno de lágrimas de la jovencita. Sam lo levanta en sus manos, y lo acerca a ella; Sam acaricia a Comi y le da las gracias.
Minutos después la chica parecía haber recuperado su compostura, prosiguieron su camino; la ciudad les esperaba. Camiones de limpieza se encargaban de las calles en las Vegas; Hunt detestaba la ciudad, decía que su olfato recibía tal cantidad de información , tardando semanas para llegar a su nivel óptimo de nuevo. La chica pareció entenderle; solía quejarse con su familia de olores tan cotidianos como perfumes, asados, e incluso pasteles que dejaban el olor a canela o vainilla en su nariz durante semanas. De niña fue a visitar un médico por sus dolores de cabeza frecuentes debido a olores que ella consideraba extremadamente fuertes; le diagnosticaron cierto síndrome olfativo… nada importante decía el especialista; mermara con los años… pero no fue así, ella decide no molestar a su madre con aquellas pequeñeces, la vida para aquel administrador no había sido fácil. Fue el orgulloso propietario de una granja en Oregón, hasta que los cambios climáticos hicieron que las cosechas se perdieran durante cinco años consecutivos… a corta edad supo que habían perdido su hogar, no fue fácil encontrar un empleo acorde a los conocimientos de su padre, hasta que lo consiguió en aquella estancia… su hermano tenía 10 años al llegar, ella seis. Sus padres protestaban por la aparente falta de gratitud de la pequeña Sam frente a patrones tan generosos. Incluso cuando llegó al lugar recordó con lujo de detalles el momento en que aquella mujer de aspecto pálido y enfermizo se dispuso a tocar su cabeza.
El olor proveniente de ella hizo que instintivamente se alejara ; lo que fue tomado como un insulto hacia la distinguida mujer. Sam fue castigada durante días ya que al salir de la mansión se queja de que la mujer tenía un olor rancio… acre. Aprendió rápido a guardar aquellos sentimientos de desconfianza y recelo hacia la familia Montero en la que el padre apestaba a orín de toro; y el joven heredero era quizás el peor de ellos; su olor provenía de la carne en descomposición, a tierra seca… a muerte, solía pensar.
Hunt no se detuvo hasta llegar a la carretera interestatal; allí consultó un viejo mapa; tardarían varios días para llegar a la cabaña de caza de los Montero. De nuevo, intentó encontrar un lugar donde acampar. Esta vez la chica dormirá dentro del jeep; necesita descansar, por lo que unos cuantos guijarros dentro de unas latas de frijoles y una cuerda alrededor del vehículo servirían como sistema de alarma. Cerca de las Montañas Gran Serpiente el cazador marco unas cuevas al pie de éstas. Una B en rojo marcaba el lugar donde la última Banshee había sido vista. Contempló a Sam de reojo, el tiempo corría en contra, tantas cosas que enseñar, poco tiempo para aprender. Recordó el método de su sensei Lin; quizás serviría en este caso; era utilizado cuando el tiempo apremiaba, unas cuantas raíces de peyote, unas hojas de adormidera… unas muescas del carbón hallado dentro de las minas que habitan las Aguanas… no lo haría… aún no… Era uno de los métodos más soeces utilizados por los maestros para los jóvenes discípulos… él no había olvidado su lección, sonrió para si; Le hubiese encantado ser como un recipiente del que la novata tomará el conocimiento y listo! Tanto tiempo había rehusado esa distinción… pese a los llamados del resto de los rastreadores. Suspiro con desgano. El momento había llegado .Una novel cazadora dependía de él, esta vez la misión era diferente; un híbrido, una amateur … las cosas no pintaban bien.
Desde lejos las montañas daban a entender el por qué de su nombre. El auto de los Montero aumentó la velocidad. Llegarán pronto a su refugio. Fernando se queja de dolores intensos en su estómago, la madre Inia tenía una sed avasalladora, José Montero deseaba comer suficiente carne para saciar su apetito. Tenía razón, lo había dicho a su esposa, aquella brillante idea de prescindir de todas sus necesidades y apetitos solo sería un paliativo ante la cruda realidad. Dieciséis años sin comer carne humana, la más delicada y apetecible en el mundo de los terribles depredadores. No duda que los viajes de Inia fueran para saciar su sed al menos de vez en cuando; pero Fernando era diferente, nunca antes había sucumbido a los placeres de la carne humana… hasta ahora. Y lo había hecho de manera tan efectiva que incluso sorprendió a sus propios padres. La casona era una propiedad incrustada dentro de la montaña; a pesar del desierto a su alrededor, aquella casona se mantenía fresca incluso a mediodía, y tibia durante el anochecer . El auto se detuvo. Fernando corrió a la cajuela. Allí, apretujados, algunos inconscientes, otros luchando por sus vidas, yacían cuatro humanos.
La madre escogió a uno de los más jóvenes. El padre escogió al atleta, Fernando se quedo con la chica y el hombrecillo obeso que sollozaba cada vez que hablaba.
— ¿Qué quieren de nosotros? No tenemos dinero… ¿Por que nos han secuestrado ?
Cuando Fernando empezó a sufrir la horripilante transformación el hombrecillo intenta huir, pero este dispuso de él con rapidez asombrosa, mientras su quijada hacía que la mitad del torso del hombre entrara a su bocaza desgarrando el resto. Inia mientras, cercenaba con sus colmillos el cuello de aquel jovenzuelo de apenas unos 14 años; el atleta trató de defenderse cuando José Montero le toma por la cintura mientras lo aprieta contra su pecho hasta que los huesos de la espalda sonaron cual cáscara de huevo , el chico apenas pudo lanzar un alarido. Fernando se acerca a la chica mientras esta trataba de arrastrarse en el suelo para huir de él. Todavía traía trozos del hombre en su bocaza. Un alarido de terror se escuchó en la lejanía. La joven fue devorada en segundos. Entraron a la casa mientras Inia decía:
— Lo ven, es mejor devorarlos fuera de casa, no hacemos lío dentro . Esta vez nos arriesgamos demasiado. Debemos recurrir a nuestra fuente de alimento anterior…
— Te refieres a indigentes o adictos, replicó José con cierto fastidio en su voz , te lo he dicho antes y te lo diré ahora, su sabor no es aceptable, incluso te he de recordar que tampoco es saludable para nuestros cuerpos, si tu organismo no fuese inmune, te hubiesen contaminado hace mucho tiempo
— Oh lo sé querido, recuerdas la gripe española, o la Peste negra… ¿ El cólera? Cada cierto tiempo como depredadores debemos enfrentarnos a que nuestros preciados alimentos sean huésped de terribles virus o bacterias…
Fernando los miro con desánimo; sabía una cosa solamente, los cuerpos jóvenes y sanos serían su alimento; sin que importase los riesgos … era fácil atraparlos, delicioso comerlos, quién se atrevería a detenerles, preguntó con desdén a sus padres. Estos lo miraron con preocupación. Jose Montero fue el primero que reclamó a Inia aquella obsesión por mantener a su hijo alejado de su realidad. Ella lo mira con displicencia mientras contesta
—¡Te refieres a asustarle con la historia de los cazadores?
—No es una historia querida, bufo el padre. Si tú hubieras tenido que enfrentarles sabrías a qué me refiero… Responde un tanto molesto.
— Oh por favor, ahí vamos de nuevo… dijo de mala manera Inia.
Fernando se mostró interesado.
— Dime padre, quiénes son esos cazadores, a los que pareces tenerles temor. Dijo mientras miraba a su madre con complicidad.
— José suspiro con fuerza. Esos cazadores han mermado muchas de nuestras fuerzas, porqué no le cuentas querida acerca de tu hermano Joseph, tu prima Geraldine, tu amada abuela Cornelia… qué fue de ellos… o acaso ya lo olvidaste.
El rostro de Inia se contrajo en una mueca de disgusto y rabia. Sus ojos enrojecieron aún más mientras se sentaba en aquel diván cerca de la ventana que daba al exterior de la casacueva. Las estrellas empezaban a adornar el firmamento.
Capitulo 5 // Enemigos Ancestrales
Fernando se acerca a su madre y se reclina en sus regazos donde ella reposa en el diván del espacioso salón.
—De qué habla madre, nunca he oído hablar de esos parientes, creí que nosotros éramos los únicos?
— No es algo de lo que me guste hablar, dijo con voz entrecortada. Pero es cierto, muchos de mis familiares han muerto en manos de los rastreadores. Una antiquísima raza, un cruce entre humanos y espíritus divinos protectores. Ellos nacen cada generación como humanos comunes, sus habilidades se hacen inherentes conforme alcanzan su adultez. Mientras, nosotros podemos sentirlos desde niños, una legión llamada los limpiadores se encarga de localizarlos y eliminarlos si es posible…
— Si es posible? Acaso tienen poderes, no has dicho tú que los desarrollan en su edad adulta? Pregunta impaciente el chico
— José responde : Ellos poseen la protección y guía de un maestro que les transmite las habilidades y poderes adquiridos … son muy hábiles . Mi padre murió en sus manos cuando yo apenas tenía tu edad. Nos rastrean, nos siguen, tienden trampas, nunca debes subestimar al enemigo… ellos no lo hacen. Incluso tienen tratos con algunos de los espíritus más perversos y fuertes de los que se pueda tener conocimiento. Dijo su padre.
—Nosotros tenemos pactos similares a los de ellos, nos protegemos mutuamente?Pregunta el chico.
—Oh no, ríe su madre,¿ Sabes cómo nos conocimos tu padre y yo? Es hora de que sepas la verdad acerca de nuestro mundo, dijo mientras miraba con pasión a José. Cazábamos en el mismo territorio , por lo que nos vimos enfrascados en una terrible pelea por nuestra presa…
— ¿Y adivina quién ganó ? dijo su padre mientras llegaba hasta ella besándola con pasión.
— Ella, afirma tímidamente Fernando, ambos padres rieron.
— Ninguno, la presa logró escabullirse, luego de eso tuvimos una pelea descomunal, tu madre es una feroz guerrera, la lucha duró varios días, hasta que al fin logré ganarme sus afectos… dijo con orgullo el minotauro , mientras tocaba con afecto la mejilla de su esposa.
— Debemos cuidarnos de los cazadores, el alimento que conseguimos en la ciudad será suficiente por algunos días. Sentenció la vampiro.
El chico se queja con voz lastimosa:
—Pero madre aún tengo hambre.
— Lo sé amor, dijo acariciando su rostro, cuando jóvenes nuestro instinto se reduce a cazar y alimentarse , pero debes ejercer cierta disciplina para no ser hallados tan pronto.
— ¿ Crees que la policía no estará investigando lo que sucedió en El Olvido? Debemos tomar nuevas identidades, además no podemos permanecer mucho tiempo en un sitio. Si un cazador descubre nuestro escondite, intentará detenernos; algunas veces ellos solicitan la ayuda de sus congéneres, atacando en grupo… Las batallas suelen terminar con muertes en ambos bandos. No deseo que eso ocurra. Cuando solamente éramos tu padre y yo, importaba muy poco si moríamos en el enfrentamiento, pero ahora estás tú y es nuestro deber protegerte.
— Por ahora es una orden! No cazarás más! Intentaremos conseguir alimento de alguna otra manera. Dijo en tono firme su padre.
— He pensado en ir a cazar cerca del Paso, dijo José Montero.¿ La vía de los ilegales? Preguntó con interés su mujer.
—Si, respondió él, muchos de ellos son solo un recuerdo para su familia, además las autoridades no mostrarán demasiado interés… Sé de algunos de nuestra especie que cazan en el lugar, además podemos convencer a los coyotes , les diremos que necesitamos algunos peones… se encargaran de enviarnos el alimento, dijo con voz maliciosa.
—Bien, tú te encargas de eso, yo veré que puedo hacer con nuestras identidades, por el momento, los Montero serán solo un recuerdo, creo que debemos retomar nuestro anterior apellido Montier. Legalmente nos será beneficioso, la mayoría de nuestras cuentas en el extranjero yacen bajo ese apellido. Replica Inia.
— Es cierto, responde el hombre. Descansaremos unos cuantos días. Dijo esto mientras se dirigía cansadamente a las habitaciones del interior.
Cuando madre e hijo quedaron solos, éste se inclinó de nuevo sobre el regazo de ella rogando zalameramente:
—Vamos madre, al menos una presa, te prometo que tendré cuidado, seré cauteloso, apenas si se darán cuenta de que alguien ha desaparecido.
– Ya veremos dijo ella con voz afectuosa, mientras rascaba el cabello de Fernando. Él sonrie ; en cuanto su padre se aleje , no habría ningún impedimento para saciar su sed de caza…
La mañana siguiente descubrió a José haciendo una fogata no lejos de la casacueva. En verdad era una molestia regurgitar el cabello de sus víctimas, pero valía la pena, dijo mientras expectoraba un poco de cabello rubio, lo sacó de la boca con sus manazas, tirándolo a la hoguera… el viaje al Paso iniciaría temprano. Su mujer e hijo descansaran por unos días, luego se reunirían cerca de la frontera; en la casa que había pertenecido a su padre. Sus ojos se llenaron de furia mientras pensaba en la venganza ; si encontraba de nuevo a ese maldito cazador… Hunt no tendría escapatoria…
Cerca del anochecer Hunt reconoció por última vez el sitio en el mapa. Miró con cierta desidia cómo Sam dormitaba en un rincón del jeep mientras Comi se acurrucaba a su lado. Trato de pensar fríamente, era necesario dar un curso intensivo a la chica para convertirla en una cazadora, pronto estarían dentro del territorio de la Banshee Iriga; necesitaba que al menos Sam logrará estar a salvo el tiempo suficiente para desarrollar todas sus habilidades . Suspira con fastidio, recordó el brebaje que el maestro Li preparó para él días antes de su enfrentamiento con los cinocéfalos que atacaban aquel pequeño poblado en Cerdeña. Eso había salvado su vida. Saco una pequeña libreta de su chaleco , miro con detenimiento los ingredientes. Tenía todos, incluyendo el carbón de la caverna de las Aguanas, recordó sonriendo lo difícil que fue extraer aquel trozo mientras las horripilantes ancianas lo seguían tratando de arrancar su cabeza.
Preparó el viejo caldero de pócimas, aún conserva algunos frascos dentro, era hora de preparar un poco de sopa de horror para la pequeña alumna. La visión mágica de aquel puchero era impresionante; cada vez que Hunt echaba un poco de los ingredientes de la pócima, esta reaccionaba de manera diferente; destellos azulados se dieron al dejar caer los trozos de peyote, un humillo negro lleno con el llanto de niños formo una espiral cuando añadió el trozo de carbón hallado en la cueva de las aguanas; por último el cazador tomo una navaja suiza que siempre llevaba consigo y corto su dedo pulgar haciendo que gotas de su sangre cayeran en el brebaje; amablemente echo un trozo de buen chocolate para disimular el sabor de aquello. Una vez tibio, lo llevó hasta Sam, la despertó con ternura mientras le decía:
–Toma , es un poco de chocolate, te sentará bien. Ella le contempla agradecida, jamás pensó que Hunt fuese tan amable, Comi gruño hacia la taza de latón, pero ya era tarde, Sam había tomado un enorme sorbo; el chocolate había dado resultado, bebió con sed hasta la última gota. El rastreador la observa satisfecho. Descansaría por un buen rato; los primeros síntomas en aquella poción se darían alrededor de la medianoche.
Los pequeños y brillantes ojos de la mascota parecían recriminarle.
