Parte 4

El Maldito Internado Umbra

// Parte 4 //

 Daimón  emitió  una furiosa  maldición,  su estado de ánimo no era el mejor,  tenía que encontrarla pronto y alejarla de aquel sortilegio de sueños  que  era lanzado a ella,  no permitiría  que nadie tomase lo que consideraba suyo. Sus celos serían el norte a seguir para localizarla,  esa noche llamó  al Profesor Lucien,  un conocedor   de los sucesos que  durante miles de años  forjaron   el delicado equilibrio entre el cielo y el infierno, el Príncipe  dijo el  nombre que apareció  en su cabeza   a partir del momento  en que  ella huía,  Lycaón  era  el  hombre    parece  perseguir  a Anshar  en sus sueños.

Lucien  esbozó una mueca de ironía.  Sus pensamientos armaron pronto el rompecabezas.

 Esa  chica sin marca es la reencarnación de la antigua y poderosa reina  del  Cielo  Meridional,  asesinada por un hermano traidor y una secta  que profetizaba  que  sería la Madre  de la Oscuridad. De cierta  manera era  algo  gracioso, había  seguido  con detenimiento  el nacimiento de la chica sin marca,  sin mostrar  en lo más  mínimo el  poder que ocultaba   dentro de ella,  la  difunta reina era reconocida por su habilidad  en manejar  el Círculo de los Sabios,  poderosa magia capaz  de doblegar mundos.

— Tengo noticias para ti  Señor,  le dijo  serenamente, y no son buenas.  Ella  es la reencarnación de la Reina   Mermad   puedo deducir el  porqué fue escogida  para ser la  Madre  de la  Camada  Imperial,  su  sangre  procede  de la mezcla de  dioses que se   formó durante la  Pacificación, la edad dorada  de los Mundos Celestial y  Demoniaco.

— La  Pacificación,   de   qué hablas,  estoy  algo confundido,  dijo el Príncipe.

— Si hubieses tomado tus clases de historia como era debido   en lugar de andar  repartiendo amor  a cada chica  demonio  que se presentaba ante ti, lo sabrías con certeza.  Te lo  explicaré  de forma  simple.

Cielo e infierno fueron uno solo,  sin limites,  sin batallas, nacidos  todos del  poder del Alma Universal, un ying y yang  necesarios  dentro de la formación del Mundo Cósmico,  el Dios Pacificador era inflexible, no permitiendo rebelión alguna entre las facciones,  pero la certeza no existe,  la guerra el amor y la pasión se abrieron paso,  y fueron   más destructores que  la rivalidad en  sí  misma. Las luchas  entre  familias,  amantes,   junto a alianzas y enemistad  de poderosos  reyes  fue    desastrosa,  nada pareció  sobrevivir a ese entorno, a excepción  del rencor   y   los  malentendidos.  Una vez  colocada la línea  divisoria no hubo marcha atrás,  los aliados y amantes debieron  retroceder , conminados por la  fuerza o la muerte. Nuestra reina  amó  a un   ser  proveniente de la Oscuridad, un  demonio lobo,  su hermano mayor se enteró,  el castigo fue su muerte.  Su amante  decidió  convertirse en sirviente del Reino Celestial con la esperanza de  encontrarse con la reencarnación de su  reina,  y la ha encontrado, ella es la   simple y estigmatizada chica que nació sin   marca alguna dentro de tu clan. ¿ Puedes  darte cuenta de los designios  del Gran Alma Universal?

— Por supuesto   que logró entenderlo, no me subestimes, aclaró  Daimon,  una antigua reina del plano celestial convertida en el  contenedor de las más poderosas  fuerzas  demoniacas   que  arribarán  a nuestro mundo.  Su rostro mostró  un  rictus de ironía.  ¿Quién  podría pensar  que  aquella chica que recibía  el tratamiento de    apartheid  dentro de aquel prestigioso  internado  de  demonios   podría   pertenecer a la realeza y ahora llevar en sus entrañas  la más poderosa  camada  que daría pie a una nueva era  dentro del   mundo oscuro? Si  Anshar era la  reencarnación de la  reina,  él podría convertirla en su esposa,  su línea real  no tendría ningún demérito   frente a la corte del Palacio Imperial  de las Tinieblas.

 Suspiró  contemplando   el atardecer   desde su habitación,  podría  uno de su  propia raza  tener la  osadía  de enfrentarse  a él  por  aquella preciosa jóven,  de pronto una  idea  rondó su  cabeza,  el engendro  sin duda quería a su reina,  pero la camada no   sería imprescindible, incluso podría deshacerse de ellos al nacer,  su instinto  protector  se  acrecienta   de nuevo,  debía encontrarles y pronto.El simple hecho de pensar que algo malo  pudiese ocurrir y  lastimar a su mujer y bebés le  perturba  de forma constante.

 En tanto Anshar  sentía los primeros movimientos   de su camada,  su corazón  se entrega a una sensación   nunca antes  experimentada,  sus hijos enviaban un mensaje a ella y a los Mundos  Primordiales,  su presencia era innegable,  una   nueva      era   tomaría  el   sitial  para que  aquellos  Príncipes  reinasen  sin  obstáculos.
Daimon   percibió  el leve llamado  de sus crías,  logrando   observar  el sitio  en que se hallan,  la apariencia adusta del viejo edificio, sus calles, e incluso el rostro de su   reciente  enemigo. Una  conexión  sin límites, la  camada transmitía a su padre  sus  sentimientos,  su  entorno, compartía una línea directa  con ellos,  sonrió  con satisfacción, pronto les hallaría. Sorprendido por  la capacidad de sus chicos , intuyó que a pesar de estar tan pequeños sus poderes  avanzan  de manera sorprendente.

Los fuertes golpes  y la voz de Daimon reclamando  a  Anshar  fueron el presagio de la batalla que  vendría,   Lycaón  abrió la  puerta metálica que protegía su hogar, el Príncipe  ingresó violentamente,  tomándolo del cuello.

—¿ Cómo te  atreves  siquiera a mirarla?  Me pertenece,  es la  hembra que  lleva mi  camada,  y  lo lanzó  con descomunal fuerza contra la pared,  el  engendro  tomó  su  forma  atávica.  Su cuerpo enorme y las garras filosas dieron paso a un  hocico dentado de lobo que mostraba   toda su fiereza,  Daimón no  se quedó atrás,  sus   tenebrosas alas  y  su  forma de bestia infernal  tomaron el lugar del  joven adolescente  del cual no quedaba rastros,  el combate levantaba polvo en las paredes de ladrillo, producto de la intensa lucha,  dos  seres  nacidos dentro del caos de los mundo   en un   ab initio  que  afirmaba  su presencia  desde tiempos inmemoriales,  sombras del mal que    ahora  declaran   ante  el mundo su   abominable presencia.  Los vecinos  salieron asustados,  muchos pensando que se trataba de un temblor,  los combatientes  ignoran  su entorno,  Anshar fue quien   les advirtió  del peligro de hacer notar su presencia  entre los humanos.  Ambos se miraron con ira contenida,  la  joven tenía razón,  sus  cuerpos  regresaron a su  estado  junto  a las heridas que  se habían infringido.

  Anshar buscó  el botiquín de primeros auxilios,  vendando  sus heridas se sintió cohibida al mirar  el daño  que  recibieron,  sin lugar a dudas contendientes poderosos, capaces de destruirse sin miramientos.  De pronto Lycaón   logró percibir  una peligrosa presencia,  un grupo de Antiguos Demonios se   aproximaba,  Daimón    se hallaba  en  alerta. El grupo no se acercaba solo,  cambiones    rebeldes  estaban junto  a ellos.  Reconocían de antemano  sus funestas intenciones,  observaron  con preocupación  a Anshar,  temían que al presentar  batalla  contra ellos    alguno pudiera acercarse   y hacerle daño a la joven madre,   sobre todo  temían a los Antiguos Demonios,  duchos en el arte de la magia negra y encantamientos mortales.

— Hora de una tregua, debemos retirarnos,  desconozco   sus planes.  Replicó preocupado Daimón.

— Abriré un portal,  decide tú lobo  dónde iremos.

— El sitio más seguro  es el Bosque de la lluvia, tengo amigos allí,  al menos podremos ocultarnos por un tiempo,  eso pondrá a los bebés a salvo,  al  menos por ahora, hasta que logren  manejar  los  Poderes Supremos. Contestó  Lycaón.

Daimon unió sus manos,  invocaciones   en el   ancestral  lenguaje de los  Reyes Oscuros emergieron de sus labios,  ante el llamado  Anshar tomó con fuerza su vientre,  los pequeños responden   al lenguaje  de sus   ancestros.  El portal fue  abierto, los  tres lograron ingresar momentos antes del ataque del grupo  dispuesto a todo,  no importaba si  la chica sobrevivía o no,  la energía derivada de la  camada era su objetivo.


Capitulo 3 // Tierra Sagrada

 El  portal  tras ellos fue sellado dejando atrás a sus enemigos,  Anshar miró con detenimiento a su alrededor,  el nombre de el Bosque de las Lluvias  era de manera inequívoca  un lugar húmedo y lluvioso,  cientos de árboles  se esparcen  por doquier, una niebla húmeda  se desprende  del suelo  cubierto de hojarasca.

— Por aquí , dijo confiado  el  lobo.

Daimon tomó de la mano a Ashar,  y  le siguieron en silencio,  alrededor de los 20 minutos 
 él se detuvo en un sendero  que guiaba hacia una pequeña  colina  sin árboles alrededor,  allí  un santuario   les recibía,  Lycaón les indicó    inclinar sus cabezas ante un monolito de madera  con  caracteres  grabados  en él.  Una  profunda  voz les indico  seguir.

— Qué es este sitio preguntó  la  joven madre,  quien  cansada intentaba mantener  una respiración estable,  los   niños  hicieron que el  sendero no fuera fácil de recorrer para ella, el Principe la  observó , por primera vez en su vida   saborea   una  extraña sensación,    el afecto y la ternura hacia ella crecían sin control, jamás pensó  que su alma terminaría atada a una chica de esa manera, ha  dejado de ser un  adolescente atolondrado en busca de emociones a  ser un hombre  que debe proteger a su familia; al  contemplar  sus húmedos cabellos,  su  rostro   repleto de gotas de sudor,  sus  zapatillas mojadas y cubiertas de barro  junto a  un   vientre  que  indica sin lugar a dudas que sus crías crecen  fuertes  lo hizo   abrazarla,  ella  sintió  a su  camada reconocerlo,  fundidos en    aquel  firme  abrazo   pudo por primera vez confiar plenamente  en él como  guardián,   por un  momento  recordó la preocupación de su madre respecto a la ausencia de un  protector   en su  vida,   a pesar de ser una chica  decidida a tomar  el destino en sus manos,  era diferente al sentir  el peso de   sus crías    dentro de su  cuerpo,  suspiró con fuerza,   tenía la certeza que  el Príncipe Oscuro   no  permitiría  que nada malo les sucediese,  estaba  asustada, los acontecimientos de    tres meses atrás   la sobrecogieron,  era  como  caer  dentro de un  gigantesco remolino que no  dejaba de rotar  cada vez con más fuerza,  convirtiéndose en una vorágine  que la  consumía,  ahora  escapaba  de una  muerte inminente, sus lágrimas y los sollozos  surgieron espontáneamente,  Daimón la separó  de  su  pecho, y con suma gentileza secó las lágrimas que resbalan por  su  rostro .

— Ya  basta  pequeña,  deja  de llorar.  Estás junto a mi,  no  permitiré  que nada malo  te  ocurra a ti   o a   nuestros   bebés,  saldremos  de  ésto,  te lo prometo.Daimón  ha cambiado,  su cuerpo y  actitud  adolescente se han perdido,  ahora luce un aspecto maduro, su físico se ha transformado,  es un hombre de apariencia  fuerte y atractiva ,   capaz de proteger a su reciente familia, al parecer la profecía  ha   afectado su  también su esencia.
Lycaón  lleno de celos veía la escena a cierta distancia,  exponer  la fragilidad  de la bella  lo  impactó,  solo era una chica de apenas  17  años,  debía ser   difícil para ella asimilar  todo  lo que  sucedía a su alrededor,  cuánto   peso  podrían   sostener  sus   delicados  hombros  en cuanto él se  decidiese hablar  sobre sus vidas anteriores,  su muerte durante  la plaga,  su reencarnación y  su fin frente al  hermano que la traicionó.  Incapaz de  hacerla  recordar sus vidas pasadas  respiro  con fuerza.  La sensación de impotencia  llenó su   cabeza,  dos vidas,  y en ninguna de ellas pudo protegerla  de   forma  adecuada ,  esperaba que  esta vez  pudiese conservarla junto a él y  expresar  el amor que  sentía hacia su reina. Pero ante  dicha escena  comenzó  a dudar.  Al parecer el Principe  Tenebroso  se había imprimado  de la joven madre,  suspiró con desidia,  de nuevo los dioses le ponían a prueba.
— Vamos,  dijo,  con  algo de molestia en su voz,  sentía celos del  Príncipe y su proximidad a  Anshar,  la luz natural desaparecerá pronto,  debemos llegar al refugio y descansar.

 A lo lejos una  pagoda   les da la bienvenida,  agua,   alimentos, camas,   una  fuente termal  junto  al  lugar  hizo sonreír a    Anshar,  sus  vestidos  estaban  mojados  y fríos,    Daimon  hizo aparecer  ropas  nuevas y secas para los tres. La joven se  encaminó  hacia las aguas,  lanzó sus  prendas de vestir  a un lado y se sumergió,  el agua tibia  la reconfortó e incluso sus  bebés  disfrutan  del momento, dentro de la enorme habitación que semeja una yurta los guardianes escuchan   risas infantiles,  la camada  disfruta del baño junto a su madre.

— Esos  pequeños demonios  logran  sorprenderme a cada momento,  nunca vi nada igual,  argumentó Daimón,  realizan cánticos  e invocaciones sagradas,  disfrutan del afecto y del  cuidado  amoroso   de su madre,  según  los pronósticos  la Camada Imperial podrá  defenderse a ella misma a partir  de  este momento… Temo realmente     su nacimiento,  no soportaría que   su poder  la lastime.  Musitó mientras    cierra  sus puños con fuerza.

— Lycaón la  observó   a lo lejos,  por primera vez  estuvo  de acuerdo con    el Príncipe,  los dos observan   como  cubierta apenas con un albornoz  emerge   de las aguas,  realmente  a pesar de su embarazo semeja una diosa,  Daymon camina hacia ella,  tomó la  capa  que yace en el suelo y la coloca  sobre  los  hombros  de Anshar   susurrando  a su oído:  esta noche dormiré junto a ti.  No intentes evitarlo. 

 A  partir de ese  instante  declara su  soberanía  sobre  Anshar , Lycaón  solo puede  observar  a la pareja desde  lejos, consumido por los celos.

La vida transcurre  de manera  gentil en aquel refugio,  Anshar  siente curiosidad por  una habitación  sellada,  al preguntar a Daimon y Lycaón éstos  se miran con complicidad,  habían  pasado  dos meses  desde   el  escape,  la chica luce   sus cinco meses de embarazo de forma  espléndida,  faltarían  unos  cuantos más para el nacimiento de   la  camada.  ¿Sería  acaso necesario  que ella comprendiera  la responsabilidad de ser madre de  esos  niños?
Daimon toma la iniciativa,   musita   unas palabras ante la puerta, esta se abre  con un crujido siniestro,  en  el  centro de la habitación  una  imponente  cama  de piedra  rodeada  de  escrituras   sumerias invocando  el poder del inframundo  ocupa la  misteriosa  habitación.  Todo aquello   luce  impresionante ,  caños  concéntricos   en la  cama de los nacimientos   se dirigen hacia  un ducto  central fuera de la mesa   directo a un ánfora  repleta de detalles  exquisitos.

Ella ingresa al lugar con timidez.  Allí preguntó  por  aquella enorme  estructura.  

Lycaón  responde  sin rodeos:

— Es   el   lugar    ceremonial que recibe a las  Camadas   Imperiales.

Anshar  sintió un leve  escalofrío al mirar como  cuatro  grilletes  colocados  en  forma  estratégica sugieren  la posición de brazos y piernas en aquella monstruosa mesa de partos. Les  miró a ambos  preocupada.

Daimon  la abraza   gentilmente por  la espalda, colocando sus manos  sobre su  vientre  con   afecto.

— No  tengas temor,  en la antigüedad muchas demonios  engañaron   a los  Superiores haciéndoles creer que  su camada era  Imperial,  el Señor de las Sombras  diseñó   esta  cama con el fin de  que no hubiese engaño posible,  solo han  habido  dos camadas anteriores,  nuestra camada será la tercera por venir, estos nacimientos predestinados  son  capaces  de hacer que inescrupulosos  los usen  para alcanzar sus ambiciones.  Tú  degradación    tardará mucho tiempo en llegar,  llegaremos a ser una  pareja de ancianos con su hogar repleto de  ruidosos  nietos,  le dijo  con una enorme sonrisa.

Con  cierta curiosidad Anshar  preguntó al Príncipe de qué se trataba el proceso de  la degradación.

Oh, contestó,  en nuestro  mundo  podemos vivir miles de años,  sin embargo  no somos tan poderosos para detener   el tiempo impuesto por el Alma Universal,  nuestros cuerpos y almas se deterioran poco a poco, una especie de vejez humana,  pese al deterioro  conservamos nuestra esencia primigenia,  una vez llegado a  su fin  renacemos de nuevo   es como  cambiar de traje.

—¿ Qué hay de ti  lobo,  sucede de igual manera? Preguntó  el Príncipe de modo despectivo.

— Tenemos el número  mágico, al llegar a  17 de transmigraciones,  nos quedarían muchas más pero sin  ataduras  astrales ni recuerdos,   nos convertiremos en  un empaque totalmente vacío… respondió pensativo.

— Eso se siente un tanto  nostálgico,  afirmó  Anshar.

—  Lo es, concluyó Lycaón,  saliendo de la habitación cabizbajo.

—¿ Qué  le sucede? preguntó ella al Príncipe.

— Una larga y terrible historia,   su amada reina  ha reencarnado  dos veces,  su vida ha sido corta pues él no ha podido protegerla,  sus encuentros han sido demasiado fugaces.  Ven,  vamos a la cama, necesitas descansar.

— ¿Descansar?   Replicó  ella,  promete que no comenzarás con tus   juegos…

— ¿Juegos?  Le dijo mientras la besaba y  abrazaba tocando  sus glúteos  con   fuerza.  Eres  algo aburrida para ser una demonio, lo sabes verdad,  dijo riendo y llevándola de la mano a la habitación. Sé  que debo  ser cuidadoso,  dijo  con picardía,  hasta ahora  mis bebés no  han emitido alguna   queja  contra  mi.   Le   argumentó    mientras la besaba de nuevo,  la imprimación  de Daimon  era total y absoluta,  esa  chica  sin marca, la reencarnación de  una antigua reina,  había conquistado  su mundo  y  se  rindió  sin siquiera presentar batalla.

En tanto    sus enemigos daban con ellos, la vigilancia era constante,  su plan sería atacar días antes del nacimiento de la  Camada Imperial, sabían de alguna manera que  su punto de quiebre  sucedería  durante  dicho proceso. La chica  debía  ser protegida a toda costa por sus guardianes  durante el parto, ese  sería el momento propicio para el  ataque.

Los días transcurrieron raudos,  los  guardianes a cargo  de la  valiosa  encomienda  se preparan  concienzudamente para la gran batalla,  muchos intereses rodean  el futuro nacimiento,  en tanto  el vientre de  Anshar surge  con  creciente  fuerza.  Los pequeños envían  a su padre  las  visiones proféticas de la madre,  conocían de antemano los pasos que sus enemigos  seguirán,  conscientes del   peligro  que se  avecina,  la  lucha  sería a muerte. 


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Parte 3

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