Parte 5

El Maldito Internado Umbra

// FINAL //

 Preparan   la cámara de nacimiento, de ese modo  Anshar se encontrará  segura  durante el momento del parto, su misión consiste   en activar los sellos ancestrales de la cámara.  De esa manera  Anshar   se encontraría  protegida  ante  los enemigos que desean el  enorme poder de la camada.  Los cuervos   fungen  como   los vigilantes del cielo,  su graznido  se convertirá  en la señal de alerta  para los   guerreros  que ofrecerán  su vida por proteger  a Anshar y sus crías. La cena  fue llevada a cabo en silencio,  algo  parece afectar  a la joven madre,  ellos lo notan   con preocupación,  su cuerpo parece  deteriorarse   rápidamente  mientras se aproxima la fecha del parto,  las náuseas regresan  con ímpetu,  parece  perder fuerza,  oscuros moretones  se reparten  por todo  su  cuerpo,  el sello    central de su  tatuaje  se resquebraja   en su piel, preparándose para dejar fluir la energía perteneciente a la camada. 

 Al notar  el preocupante cambio  Lycaón decidió  solicitar la ayuda de  un  brujo  de poder  milenario  que  reside    dentro del  Bosque de las Lluvias,  La  Montaña Serpenteante  se muestra  imponente,  una pequeña cabaña surge a sus pies, es  el hogar del  hechicero.

— Te esperaba  amigo,  sé lo que te preocupa,  es inevitable,  la fuerza de esta camada requiere un sacrificio.

— Vine a solicitar tu ayuda pero  me hablas de una sentencia de muerte,  no quiero perderla de nuevo. Reclamó  Lycáon a su viejo amigo.

— No está en tus manos,  los designios  serán  llevados  a cabo sin consentimiento de las partes. Contestó el brujo.

— Esta vez pelearé hasta el final,  no permitiré  que la lastimen. Dijo con voz  apesadumbrada Lycaón.

— Las  crías  por nacer  tienen  en sus manos  la  vida  de  la  madre,  jamás en todo mi tiempo, y ha sido  bastante, he tenido  el conocimiento de una Camada Imperial con tal  poder, el mismo  que  exigirá  un tributo.  Advirtió el hechicero.

Uru,  el nombre del sanador,   regresó  a su pequeña cabaña y salió de allí con un  atado.  El  anciano  brujo era  un hombre maduro  de edad indefinida,  su pequeño y musculoso cuerpo  denota que su esencia  no ha perdido poder,  sus cabellos blancos y largos  eran mudos testigos de miles de años de conocimientos acumulados.

— Prepara una pócima con estas hierbas,   dásela a beber,  le  permitirá  por una fracción de segundo  que   la  magia oscura que detiene el tiempo y fue  olvidada  por los reinos tome su lugar en ella,  lo que le  dará la opción de escoger su  destino. Ve en paz amigo,  los enemigos se acercan. Debes tener cuidado.

Al llegar    a su refugio,  Lycaón reveló a Daimon  todo lo dicho por el anciano brujo.

— Solo es un viejo  hechicero ,  tengo poderes infinitos, la salvaré, cueste lo que cueste. Dijo el Príncipe  con voz solemne.

— Parece  que no logras entender,  su vida  está  en manos  de la camada,  nadie más que ellos decidirán  lo que  está  por  suceder ,  lo siento,  debemos estar preparados para lo peor. Lycaón  tenía  razón, los enemigos se acercan a su refugio.

 Faltaban  algunos  días  para el nacimiento de la Camada Imperial . Los dos  guardianes temen  dicho   momento, intimidados   ante  hechos   desconocidos  por ellos   incluso dudan  acerca  de   poder  detener  el   aciago  futuro que  se cierne sobre Anshar.

Capitulo 4 // La Batalla

  Esa noche  la luz  blanquecina de la luna  ilumina  el bosque y  llena las altas copas de los árboles,  un ligero zumbido   pobló el aire, una oscura y  espesa niebla   emerge   de la tierra delatando la presencia de los  Señores Oscuros,  quienes intentarán  a toda costa  poder sustraer el  poder de la camada,  su plan  consiste  en    deshacerse de la madre y   llevarse  a los bebés,  piensan apoderarse  de sus poderes como  si fuesen suyos,  el mundo celestial y el inframundo  se inclinaran ante su poder.  Ocultos    en las sombras, los  cambiones  serían    sus cómplices,  a cambio los  Señores Oscuros  permitirían su   ingreso  al inframundo  como iguales.  

El  sueño de Anshar se ve   interrumpido,  sus pequeños dan  la alarma  a su padre,  Daimón   junto a Lycaon  sellan el cuarto de nacimientos,  procurando  que  la joven madre  pueda   estar a salvo  durante la lucha. Los guerreros  convocados por el Príncipe se mantienen en alerta,  todo  estaba listo para enfrentar  a los enemigos  que  intentan  sustraer  la  prodigiosa  camada.

Lycaón  junto a Daimón  protegerán   el templo donde  Anshar dará a luz,  el resto  de  guerreros  intentará contener  a los  Demonios   Superiores y  a  sus cómplices  mestizos,   el sonido de una flecha  al golpear  el hombro de uno de los defensores dio pie  a la gran batalla,  las sombras parecen  reproducirse,  los  Superiores utilizan  toda su magia negra para diezmar a  los defensores,  dentro del recinto, al parecer ajena a todo lo  que sucede  Anshar  contempla  la cama de nacimientos,  sus niños solicitan   nacer.  Su corazón se inunda de  temor,  faltan   algunos  días para cumplir  su   fecha de parto  exacta. Sin embargo  camina despacio   hasta la monumental cama y   toma   su sitial  en ella.  Una luz  mortecina  inundó  el espacio,  un susurro  se escucha  dando una tétrica atmósfera al sitio :  

—  Es hora,  es hora,  repite cada uno de los nombres  de tus Señores,  invoca su poder y fuerza,  es hora,  el momento ha llegado. Solicita  la hechizante  voz.

 Un canto  escalofriante   hace   un llamado a los niños por nacer, una figura  de gran  estatura  se coloca  al pie de la   enorme piedra  que será la  encargada  de recibir a los mellizos. La  madre  primeriza  intenta observar el rostro de la misteriosa figura  sin lograrlo  debido a  la enorme capa negra que le  cubre  de pies a cabeza. El ser   no emite   palabra alguna,  observa  a Anshar y  caminando hacia ella toma la palma  de su mano  derecha colocando  un  dije  de color  rojo  intenso, musitando:  Bienvenidos  hermanos,  es hora de gobernar. 

 La joven madre  sujeta  la joya   con fuerza,  el dolor en su espalda se hace  insoportable,  el parto  da inicio. La camada  es incapaz de  disminuir  el dolor y el sufrimiento  de su  amada madre,  es  el  ciclo perenne  en ambos mundos,  un pacto de   dolor que  forjará   lazos inmortales.  Sola, dentro  de  aquella habitación  se enfrentará   a su destino,  la camada  se encuentra a cargo de su propio nacimiento. Su primer paso es  romper la bolsa de vida,  la sangre fluye  con fuerza por los canales   de la inmensa piedra,  Anshar   apretó  con fuerza   la extraña joya  colocada en su mano, no podría morir antes de que los niños  pudiesen ver  la luz  que  les baña con  intensidad.  Daimón  siente  la  presencia de la muerte  cerca  de Ashar,  su corazón comenzó a doler, al igual que el de Lycaón, los enemigos parecen  multiplicarse,  Daimón fue herido en uno de sus brazos,  Lycaón    se interpuso ante  uno  de los  Señores del  Mal que  pretende  acabar con  el Príncipe  salvando  su vida,  Daimón  se dirige   apresurado a la habitación donde Anshar daba a luz,  intentó ingresar, pero una   energía descomunal  lo impide.   Un grito femenino surca  el aire,  el Príncipe ya no percibe los latidos  del corazón  de Anshar,  cayendo de rodillas frente a la  puerta  que permanece sellada.

Dentro,  los pequeños  abren  sus ojos,  eran hermosos,  les recibe  la dura mesa  de partos,  que de manera  increíble toma vida propia y  coloca  los  sellos   que protegerán  a los niños de forma  perfecta,  los  mellizos    brillan  con una energía  deslumbrante,  sus cabecitas giran  para mirar mutuamente sus rostros, e  intentan  unir  sus pequeñas manos,  en cuanto lo logran   una increíble   bola de energía semejante a un  proyectil  saltó las paredes hacia los  enemigos,  arrasando  sus huestes. El  sobrecogedor poder de la Camada Imperial   hace  incluso retroceder a los  antiguos  Señores   Oscuros.  

Cuando  Daimón y Lycaón  logran  ingresar  los pequeños  son tomados por las  Nanas  que estarían a cargo de ellos,  necesitan  ser  atendidos de inmediato,  el Príncipe  en tanto observa a Anshar,  su rostro era tan blanco como la nieve, el  ánfora destinada a recoger la sangre  de la madre  de la camada  se halla  desbordaba. Daimón al  tomar su mano,   descubre con horror que  está  completamente fría.  La empezó  a llamar con desesperación.  Lycaón   testigo del dolor del  Príncipe de las Penumbras  recordó  las vidas pasadas en las que había perdido a su  amada,  la diferencia  en este momento  radica en que  alguien más  comparte  su dolor. 

 Anshar viaja por  el  espacio  Primordial  donde los mundos fueron creados,  contempla  su  cuerpo en la mesa de partos,  sus bebés son hermosos, se aleja sin desearlo,  el Templo del Señor Infinito  le recibe. Su cuerpo se siente  liviano,  por primera vez en su vida sus ansías de libertad  se abren  plenas, cual alas  de halcón.  Suspiró con fuerza,  su misión   ha sido  finalizada.  Pese a ello  la sensación   de pérdida crece  dentro de su espíritu, una figura femenina emerge  ante ella.

— Puedes reconocerme,  me llamo Mermad, eres  una de  mis  tantas  transmigraciones,   Lycaón es  mi Señor,  lamentablemente  de nuevo  he perdido la oportunidad de reunirme con él. Esta es  mi tercera  reencarnación.

¿Cuál es la tuya ? preguntó a una confundida Anshar.

— No lo sé, debe ser la primera,  solo recuerdo  haber dado a luz , luego la   oscuridad y  verte aquí. Contestó

— Ven, dijo  Mermad,  debemos presentarnos ante el  Señor  del Infinito,  allí  sabremos nuestro destino .

Anshar la siguió  sin  reparos.  Un  hermoso bosque  de baobabs  les recibe,  una pagoda  con    escritos   en    caracteres chinos  de  color rojo  le  otorgan  un aspecto alegre al lugar.

Un hombre  de  mediana edad y apariencia  algo  descuidada se presenta ante ellas.  Su aura brilla con fuerza,  y su corona  estaba repleta de cristales  semejantes a los que  Anshar  sostuvo en sus manos  mientras  sus bebés nacían.

— Um,  tú debes ser la Madre Oscura,  la de la  Camada Imperial… dijo  mirándola  con curiosidad.

— Ah,  tú  no  necesitas presentarte Mermad, has  llegado   demasiadas  veces  ante mí ,  al parecer en esta nueva transmigración perderás tus recuerdos. Le dijo el  Señor  del Infinito  con algo de hastío en su voz.

La  Reina   inclinó su cabeza con tristeza.  Anshar  temió  que  los recuerdos que  traía consigo se desvanecerán   de igual manera,  ¿Olvidaría a su Camada Imperial también?

 Unas voces infantiles llamando a su madre  surgieron.  Ella intenta  localizar su procedencia, el Señor del Infinito sonríe. Contempló  a ambas mujeres  y  dictó  la sentencia:

— Anshar  debes  otorgar  parte de tu esencia a Mermad,  para que ambas puedan lograr un equilibrio  dentro  de la dimensión en que  habitan. De otro modo su renacimiento  impedirá  que sus recuerdos más amados  permanezcan con ustedes.  Deben  asimismo ser conscientes de  que sus  poderes  disminuirán.

Ambas   cruzaron miradas, en tanto contestan al unísono:  Aceptamos,  separaremos nuestra  esencia,  no seremos una  de nuevo,  queremos seguir nuestro propio camino.  

— ¿Están  seguras?  Preguntó el ente.  Ya no  obtendrán   vidas sin fin,  sus ciclos se verán reducidos,   incluyendo  su inmortalidad  y sus poderes.

— Ser inmortal sin  seres  amados a tu alrededor es una condena.  Replicó con seguridad Mermad.

— No pido más que ver a mis niños  crecer…  añadió  Anshar.

—  De acuerdo  dijo el  Señor del  Infinito,  es hora de  volver  con  sus  familias. Vivan bien,  ah, por cierto Mermad,  me  agradas  pero procura  no visitarme de nuevo.  Dijo  el  dios  con una mueca  que intentaba   ser  un  gesto agradable.

— Lo prometo dijo la Reina  esbozando  una sonrisa.

El delicado   ritual  se llevó   a cabo  de inmediato, de nuevo fueron advertidas que el proceso cortaría sus lazos de   transmigración para siempre,  simplemente  serían dos almas individuales, que al  degradarse  renacerán  sin recuerdo alguno.  Ellas  aceptan   de buena gana  el pacto.  Volverían a sus hogares, junto  a sus seres amados.  

Esa noche  en el Bosque de las Lluvias,  una pira funeraria   se preparó para  enviar el cuerpo de Anshar a su   nuevo ciclo.  Lycaón fue el encargado  de prender la antorcha para  que  la ceremonia de despedida   fuese   efectuada,    Daimón   no tenía valor suficiente. De repente   el cuerpo de Anshar  pareció levantarse  y algo   molesta  replicó:

— Qué sucede,  ni siquiera puedes esperar  a que transcurran las 24  horas para iniciar el rito  de  la degradación.  Le dijo  al Príncipe con  miradas reprobatorias.

El  miró  sorprendido, corriendo  para llegar hasta  ella abrazándola con fuerza.  Lycaón  lanzó la antorcha a un lado y   observó   a la pareja     con cierta tristeza,  sin embargo unos brazos femeninos lo abrazaron  tras él.

— Estoy aquí,  una dulce voz  cubrió el alma de  Lycaón.   Giró  su cuerpo  para  mirar quien le  abrazaba.  ¡Era ella¡  Su  amada Mermad. Con fuerza descomunal  replicó aquel ansiado abrazo,  su corazón   se sentía cubierto por   una tibieza  especial.  

—¿ Cómo  es posible?  Decía entre sollozos. Ella lo besó  calmando  sus ansias

— Decidimos separar  nuestras   almas,  explicó   Mermad,  la pequeña madre ya no será la reencarnación de  ésta   reina.

— Simplemente seré Anshar,  nos hemos deshecho de   los lazos que nos atan,  el Gran Alma Universal estuvo de acuerdo, terminó de decir Anshar que de inmediato  solicitó  ver a su camada.  Debo  alimentarlos , dijo  señalando  sus pechos repletos del almíbar  mágico   para sus bebés.

Daimón  la levantó en brazos de la pira  funeraria,  llevándola a toda prisa  al  hogar donde  los mellizos  esperan  a su madre.  
  
El  resto  fue  sumamente simple,   las cosas que el destino  elige  junto al amor incondicional  revelan  un   feliz  futuro.

Lycaón  y   la  antigua reina  dan inicio a  su  viaje  de luna de miel, dispuestos a disfrutar de una larga vida juntos.

Daimón y  Ashar  comparten   la crianza de los  pequeños  que  maduran  en conocimiento  y fuerza de manera descomunal.   Antes  de los dos años  la pareja   luce   completa,  dos  chicos  de apariencia    adolescente  bromean   con su padre,  los  Príncipes  Oscuros   crecen  sumamente rápido,  tanto que incluso rebasan a su padre en altura,  al  llegar a sus 18 años   su veloz  desarrollo  se  detendrá  para permanecer con una apariencia juvenil  a partir  de dicha edad.

Contemplan con afecto  como su madre   coloca la mesa,  los varones de la familia la siguen  con ojos  repletos de amor, le ayudarán,  los chicos se esfuerzan un poco más, sus futuros hermanitos  pronto  llegarán  y pese a no ser una camada imperial  recibirán plenamente  el amor de su familia, Daimón  sonríe  complacido,  para ser un  Rey  del Inframundo  su  devoción familiar  no  tiene  límites.  Se acercó  a su bella y joven esposa  y abrazándola con fuerza  le musitó al oído  su  agradecimiento: Gracias,   me siento  el   Príncipe   más  poderoso del inframundo. 

En ese momento reciben  un mensaje de Lycaón, su   hijo llega al mundo  dentro del Bosque de las Lluvias,  pronto  se reunirían  para celebrarlo.

FIN

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