
El Maldito Internado Umbra
// FINAL //
Preparan la cámara de nacimiento, de ese modo Anshar se encontrará segura durante el momento del parto, su misión consiste en activar los sellos ancestrales de la cámara. De esa manera Anshar se encontraría protegida ante los enemigos que desean el enorme poder de la camada. Los cuervos fungen como los vigilantes del cielo, su graznido se convertirá en la señal de alerta para los guerreros que ofrecerán su vida por proteger a Anshar y sus crías. La cena fue llevada a cabo en silencio, algo parece afectar a la joven madre, ellos lo notan con preocupación, su cuerpo parece deteriorarse rápidamente mientras se aproxima la fecha del parto, las náuseas regresan con ímpetu, parece perder fuerza, oscuros moretones se reparten por todo su cuerpo, el sello central de su tatuaje se resquebraja en su piel, preparándose para dejar fluir la energía perteneciente a la camada.
Al notar el preocupante cambio Lycaón decidió solicitar la ayuda de un brujo de poder milenario que reside dentro del Bosque de las Lluvias, La Montaña Serpenteante se muestra imponente, una pequeña cabaña surge a sus pies, es el hogar del hechicero.
— Te esperaba amigo, sé lo que te preocupa, es inevitable, la fuerza de esta camada requiere un sacrificio.
— Vine a solicitar tu ayuda pero me hablas de una sentencia de muerte, no quiero perderla de nuevo. Reclamó Lycáon a su viejo amigo.
— No está en tus manos, los designios serán llevados a cabo sin consentimiento de las partes. Contestó el brujo.
— Esta vez pelearé hasta el final, no permitiré que la lastimen. Dijo con voz apesadumbrada Lycaón.
— Las crías por nacer tienen en sus manos la vida de la madre, jamás en todo mi tiempo, y ha sido bastante, he tenido el conocimiento de una Camada Imperial con tal poder, el mismo que exigirá un tributo. Advirtió el hechicero.
Uru, el nombre del sanador, regresó a su pequeña cabaña y salió de allí con un atado. El anciano brujo era un hombre maduro de edad indefinida, su pequeño y musculoso cuerpo denota que su esencia no ha perdido poder, sus cabellos blancos y largos eran mudos testigos de miles de años de conocimientos acumulados.
— Prepara una pócima con estas hierbas, dásela a beber, le permitirá por una fracción de segundo que la magia oscura que detiene el tiempo y fue olvidada por los reinos tome su lugar en ella, lo que le dará la opción de escoger su destino. Ve en paz amigo, los enemigos se acercan. Debes tener cuidado.
Al llegar a su refugio, Lycaón reveló a Daimon todo lo dicho por el anciano brujo.
— Solo es un viejo hechicero , tengo poderes infinitos, la salvaré, cueste lo que cueste. Dijo el Príncipe con voz solemne.
— Parece que no logras entender, su vida está en manos de la camada, nadie más que ellos decidirán lo que está por suceder , lo siento, debemos estar preparados para lo peor. Lycaón tenía razón, los enemigos se acercan a su refugio.
Faltaban algunos días para el nacimiento de la Camada Imperial . Los dos guardianes temen dicho momento, intimidados ante hechos desconocidos por ellos incluso dudan acerca de poder detener el aciago futuro que se cierne sobre Anshar.
Capitulo 4 // La Batalla
Esa noche la luz blanquecina de la luna ilumina el bosque y llena las altas copas de los árboles, un ligero zumbido pobló el aire, una oscura y espesa niebla emerge de la tierra delatando la presencia de los Señores Oscuros, quienes intentarán a toda costa poder sustraer el poder de la camada, su plan consiste en deshacerse de la madre y llevarse a los bebés, piensan apoderarse de sus poderes como si fuesen suyos, el mundo celestial y el inframundo se inclinaran ante su poder. Ocultos en las sombras, los cambiones serían sus cómplices, a cambio los Señores Oscuros permitirían su ingreso al inframundo como iguales.
El sueño de Anshar se ve interrumpido, sus pequeños dan la alarma a su padre, Daimón junto a Lycaon sellan el cuarto de nacimientos, procurando que la joven madre pueda estar a salvo durante la lucha. Los guerreros convocados por el Príncipe se mantienen en alerta, todo estaba listo para enfrentar a los enemigos que intentan sustraer la prodigiosa camada.
Lycaón junto a Daimón protegerán el templo donde Anshar dará a luz, el resto de guerreros intentará contener a los Demonios Superiores y a sus cómplices mestizos, el sonido de una flecha al golpear el hombro de uno de los defensores dio pie a la gran batalla, las sombras parecen reproducirse, los Superiores utilizan toda su magia negra para diezmar a los defensores, dentro del recinto, al parecer ajena a todo lo que sucede Anshar contempla la cama de nacimientos, sus niños solicitan nacer. Su corazón se inunda de temor, faltan algunos días para cumplir su fecha de parto exacta. Sin embargo camina despacio hasta la monumental cama y toma su sitial en ella. Una luz mortecina inundó el espacio, un susurro se escucha dando una tétrica atmósfera al sitio :
— Es hora, es hora, repite cada uno de los nombres de tus Señores, invoca su poder y fuerza, es hora, el momento ha llegado. Solicita la hechizante voz.
Un canto escalofriante hace un llamado a los niños por nacer, una figura de gran estatura se coloca al pie de la enorme piedra que será la encargada de recibir a los mellizos. La madre primeriza intenta observar el rostro de la misteriosa figura sin lograrlo debido a la enorme capa negra que le cubre de pies a cabeza. El ser no emite palabra alguna, observa a Anshar y caminando hacia ella toma la palma de su mano derecha colocando un dije de color rojo intenso, musitando: Bienvenidos hermanos, es hora de gobernar.
La joven madre sujeta la joya con fuerza, el dolor en su espalda se hace insoportable, el parto da inicio. La camada es incapaz de disminuir el dolor y el sufrimiento de su amada madre, es el ciclo perenne en ambos mundos, un pacto de dolor que forjará lazos inmortales. Sola, dentro de aquella habitación se enfrentará a su destino, la camada se encuentra a cargo de su propio nacimiento. Su primer paso es romper la bolsa de vida, la sangre fluye con fuerza por los canales de la inmensa piedra, Anshar apretó con fuerza la extraña joya colocada en su mano, no podría morir antes de que los niños pudiesen ver la luz que les baña con intensidad. Daimón siente la presencia de la muerte cerca de Ashar, su corazón comenzó a doler, al igual que el de Lycaón, los enemigos parecen multiplicarse, Daimón fue herido en uno de sus brazos, Lycaón se interpuso ante uno de los Señores del Mal que pretende acabar con el Príncipe salvando su vida, Daimón se dirige apresurado a la habitación donde Anshar daba a luz, intentó ingresar, pero una energía descomunal lo impide. Un grito femenino surca el aire, el Príncipe ya no percibe los latidos del corazón de Anshar, cayendo de rodillas frente a la puerta que permanece sellada.
Dentro, los pequeños abren sus ojos, eran hermosos, les recibe la dura mesa de partos, que de manera increíble toma vida propia y coloca los sellos que protegerán a los niños de forma perfecta, los mellizos brillan con una energía deslumbrante, sus cabecitas giran para mirar mutuamente sus rostros, e intentan unir sus pequeñas manos, en cuanto lo logran una increíble bola de energía semejante a un proyectil saltó las paredes hacia los enemigos, arrasando sus huestes. El sobrecogedor poder de la Camada Imperial hace incluso retroceder a los antiguos Señores Oscuros.
Cuando Daimón y Lycaón logran ingresar los pequeños son tomados por las Nanas que estarían a cargo de ellos, necesitan ser atendidos de inmediato, el Príncipe en tanto observa a Anshar, su rostro era tan blanco como la nieve, el ánfora destinada a recoger la sangre de la madre de la camada se halla desbordaba. Daimón al tomar su mano, descubre con horror que está completamente fría. La empezó a llamar con desesperación. Lycaón testigo del dolor del Príncipe de las Penumbras recordó las vidas pasadas en las que había perdido a su amada, la diferencia en este momento radica en que alguien más comparte su dolor.
Anshar viaja por el espacio Primordial donde los mundos fueron creados, contempla su cuerpo en la mesa de partos, sus bebés son hermosos, se aleja sin desearlo, el Templo del Señor Infinito le recibe. Su cuerpo se siente liviano, por primera vez en su vida sus ansías de libertad se abren plenas, cual alas de halcón. Suspiró con fuerza, su misión ha sido finalizada. Pese a ello la sensación de pérdida crece dentro de su espíritu, una figura femenina emerge ante ella.
— Puedes reconocerme, me llamo Mermad, eres una de mis tantas transmigraciones, Lycaón es mi Señor, lamentablemente de nuevo he perdido la oportunidad de reunirme con él. Esta es mi tercera reencarnación.
¿Cuál es la tuya ? preguntó a una confundida Anshar.
— No lo sé, debe ser la primera, solo recuerdo haber dado a luz , luego la oscuridad y verte aquí. Contestó
— Ven, dijo Mermad, debemos presentarnos ante el Señor del Infinito, allí sabremos nuestro destino .
Anshar la siguió sin reparos. Un hermoso bosque de baobabs les recibe, una pagoda con escritos en caracteres chinos de color rojo le otorgan un aspecto alegre al lugar.
Un hombre de mediana edad y apariencia algo descuidada se presenta ante ellas. Su aura brilla con fuerza, y su corona estaba repleta de cristales semejantes a los que Anshar sostuvo en sus manos mientras sus bebés nacían.
— Um, tú debes ser la Madre Oscura, la de la Camada Imperial… dijo mirándola con curiosidad.
— Ah, tú no necesitas presentarte Mermad, has llegado demasiadas veces ante mí , al parecer en esta nueva transmigración perderás tus recuerdos. Le dijo el Señor del Infinito con algo de hastío en su voz.
La Reina inclinó su cabeza con tristeza. Anshar temió que los recuerdos que traía consigo se desvanecerán de igual manera, ¿Olvidaría a su Camada Imperial también?
Unas voces infantiles llamando a su madre surgieron. Ella intenta localizar su procedencia, el Señor del Infinito sonríe. Contempló a ambas mujeres y dictó la sentencia:
— Anshar debes otorgar parte de tu esencia a Mermad, para que ambas puedan lograr un equilibrio dentro de la dimensión en que habitan. De otro modo su renacimiento impedirá que sus recuerdos más amados permanezcan con ustedes. Deben asimismo ser conscientes de que sus poderes disminuirán.
Ambas cruzaron miradas, en tanto contestan al unísono: Aceptamos, separaremos nuestra esencia, no seremos una de nuevo, queremos seguir nuestro propio camino.
— ¿Están seguras? Preguntó el ente. Ya no obtendrán vidas sin fin, sus ciclos se verán reducidos, incluyendo su inmortalidad y sus poderes.
— Ser inmortal sin seres amados a tu alrededor es una condena. Replicó con seguridad Mermad.
— No pido más que ver a mis niños crecer… añadió Anshar.
— De acuerdo dijo el Señor del Infinito, es hora de volver con sus familias. Vivan bien, ah, por cierto Mermad, me agradas pero procura no visitarme de nuevo. Dijo el dios con una mueca que intentaba ser un gesto agradable.
— Lo prometo dijo la Reina esbozando una sonrisa.
El delicado ritual se llevó a cabo de inmediato, de nuevo fueron advertidas que el proceso cortaría sus lazos de transmigración para siempre, simplemente serían dos almas individuales, que al degradarse renacerán sin recuerdo alguno. Ellas aceptan de buena gana el pacto. Volverían a sus hogares, junto a sus seres amados.
Esa noche en el Bosque de las Lluvias, una pira funeraria se preparó para enviar el cuerpo de Anshar a su nuevo ciclo. Lycaón fue el encargado de prender la antorcha para que la ceremonia de despedida fuese efectuada, Daimón no tenía valor suficiente. De repente el cuerpo de Anshar pareció levantarse y algo molesta replicó:
— Qué sucede, ni siquiera puedes esperar a que transcurran las 24 horas para iniciar el rito de la degradación. Le dijo al Príncipe con miradas reprobatorias.
El miró sorprendido, corriendo para llegar hasta ella abrazándola con fuerza. Lycaón lanzó la antorcha a un lado y observó a la pareja con cierta tristeza, sin embargo unos brazos femeninos lo abrazaron tras él.
— Estoy aquí, una dulce voz cubrió el alma de Lycaón. Giró su cuerpo para mirar quien le abrazaba. ¡Era ella¡ Su amada Mermad. Con fuerza descomunal replicó aquel ansiado abrazo, su corazón se sentía cubierto por una tibieza especial.
—¿ Cómo es posible? Decía entre sollozos. Ella lo besó calmando sus ansias
— Decidimos separar nuestras almas, explicó Mermad, la pequeña madre ya no será la reencarnación de ésta reina.
— Simplemente seré Anshar, nos hemos deshecho de los lazos que nos atan, el Gran Alma Universal estuvo de acuerdo, terminó de decir Anshar que de inmediato solicitó ver a su camada. Debo alimentarlos , dijo señalando sus pechos repletos del almíbar mágico para sus bebés.
Daimón la levantó en brazos de la pira funeraria, llevándola a toda prisa al hogar donde los mellizos esperan a su madre.
El resto fue sumamente simple, las cosas que el destino elige junto al amor incondicional revelan un feliz futuro.
Lycaón y la antigua reina dan inicio a su viaje de luna de miel, dispuestos a disfrutar de una larga vida juntos.
Daimón y Ashar comparten la crianza de los pequeños que maduran en conocimiento y fuerza de manera descomunal. Antes de los dos años la pareja luce completa, dos chicos de apariencia adolescente bromean con su padre, los Príncipes Oscuros crecen sumamente rápido, tanto que incluso rebasan a su padre en altura, al llegar a sus 18 años su veloz desarrollo se detendrá para permanecer con una apariencia juvenil a partir de dicha edad.
Contemplan con afecto como su madre coloca la mesa, los varones de la familia la siguen con ojos repletos de amor, le ayudarán, los chicos se esfuerzan un poco más, sus futuros hermanitos pronto llegarán y pese a no ser una camada imperial recibirán plenamente el amor de su familia, Daimón sonríe complacido, para ser un Rey del Inframundo su devoción familiar no tiene límites. Se acercó a su bella y joven esposa y abrazándola con fuerza le musitó al oído su agradecimiento: Gracias, me siento el Príncipe más poderoso del inframundo.
En ese momento reciben un mensaje de Lycaón, su hijo llega al mundo dentro del Bosque de las Lluvias, pronto se reunirían para celebrarlo.
FIN
