Parte 4

El Trial

// Parte 4 //

Capitulo 6 // El Poder del Trial

 El sonido de unas ramas al quebrarse dio por terminada la conversación, frente a ellos, media docena de espectros  cerraban el paso de los equinos.  Una figura  larga y delgada  cayó desde las altas ramas de un árbol, la joven reina le miro detenidamente: Vestido con un traje negro, una elegante capa con una cadena de oro sosteniendo las solapas le daban un aspecto canónigo.   Se acercó  hasta Ilse, arrancando de un tirón la bolsa donde el  blausauger  estaba atrapado.  Luego deslizó la capa  que cubría  su  cabeza,  la vampiresa a duras penas pudo refrenar el suspiro de  sorpresa al ver aquel pálido rostro de características infantiles unido a unos ojos  rojizos  de furioso aspecto.

—¿Cómo se han atrevido a   detener a mi sirviente Blauss?  ¡Estas son mis tierras!  Su voz  aniñada contrastaba con el aspecto  escalofriante de aquel espectro. Luego como un niño juguetón pregunto de nuevo:  Me han dicho que los Lezzar han muerto. ¿ Acaso saben algo acerca de sus tesoros?  Y diciendo esto último  se acerca a la montura de Driago intentando  tomar  los bultos que  porta en sus equinos.  Este tomo con fuerza la mano del Moro

—Ten cuidado espectro, ¿ No sabes con quien tratas?  Pregunta Driago con  voz de enojo 

—Eh, dijo burlonamente  ¿ Crees que mis ojos me engañan?  Debajo de esa pinta humana solo eres un lobo… y yo suelo devorar uno que otro en el desayuno. Dijo mientras su boca se abría luciendo unos afilados colmillos, sus cómplices  rodearon a los  jinetes.

La vampiresa suspiró con cierto desánimo. Sabía lo que debía hacer, pese a ello  detestaba  la violencia gratuita,  su voz sonó  reconciliadora:

—¿Qué quieres Moro, acaso  podemos ofrecerte algo a cambio de que nos dejes continuar nuestro camino?

— Ustedes lo saben… quiero lo que robaron a los Lezzar.  Además tengo  hambre, los últimos viajantes eran unos escuálidos  comerciantes de pieles.  Con osadía elevó su cuerpo hasta el rostro de la reina, intentando tocar su mejilla… me gustas, jugaré contigo un rato antes de  convertirte en mi cena, en cuanto al lobo, dejaré que mis espectros le den el fin que merece.

La reina  miró a Driago, éste  leyó  en  aquellos ojos lo que sucedería. De un solo golpe la vampiresa  lanzó al suelo al espectro, éste se levantó furioso, una oscura  lengua en forma de aguijón salió de su boca. Su cuerpo se lanzó hacia Ilse  como una  furiosa tormenta, lanzando   improperios a la joven.  Ilse apenas tuvo tiempo de evadir el ataque, en tanto lobo luchaba contra el resto de los  vampiros.

Una vez en  el suelo rocoso del camino, el Moro rodeaba a la vampiresa  como un animal a su presa.  Una voz  fuerte y decidida  dentro de Ilse  le ordenó   atacar:

—Observa bien querida, dijo la voz de su esposo,  él  espera el momento en que sus amenazas quiebren tu espíritu. Es hora de atacar, cuídate de su aguijón, es venenoso.  Golpea sus piernas, perderá el equilibrio,  usa la daga para rematar, no temas, recuerda que  nuestra hija debe ser protegida.  ¡Hazlo ya!

Cuando el Moro  vio venir aquella amazona  en su dirección  se estremeció, el rostro de la chica parecía transformarse en  el de un guerrero formidable.  Apenas tuvo tiempo de lanzar un quejido.  Su cabeza  colgaba de la mano de  la joven mujer.

Mientras lobo  había destrozado a dos de sus oponentes. Ilse  silbó  con fuerza, mostrando al resto de los lacayos de Gil la cabeza cercenada de su amo. La huida del grupo fue rauda.

Driago se  aproximó  a  la reina vampiro. Lentamente Ilse deja caer  la cabeza de su enemigo sobre el camino. Lo sucedido era una pesadilla, pronto despertará… solo era una  chica,  no una asesina  ahora sus manos se teñían de sangre.  Jamás  permitiría  que los genes malditos de sus padres  tomaran   su humanidad y la destruyeran. Levantó  su mano, observó  sus dedos  y la daga cubiertos por aquel líquido viscoso que  tomaba  un color  terroso. Luego se desmayó.

Al despertar la luz del sol  iluminaba con todo su esplendor cayendo sobre las hojas de los árboles.  Tenía sed.  Lobo se acercó a ella preguntando si se encontraba bien.

—Si, gracias, supongo  que deberé  acostumbrarme a mi  substancia   criminal, odio creer que  el lado  impío de los Lezzar maneje el resto de mi existencia.

—¿Qué hiciste reina? pregunta Driago  mirando a sus ojos.

—Maté a ese engendro… y sabía cómo hacerlo. Cuando deslicé la daga por su cuello sentí satisfacción. Contesta algo avergonzada

—Por qué  razón debiste hacerlo My Lady?  Inquirió Driago de nuevo

—Supongo que querían acabar con nuestra vida…

—-Supones bien mi reina,  estoy seguro de que lo hubieran hecho sin ningún remordimiento de su parte…¿ Pero sucedió algo más  o me equivoco?

— No te equivocas  lobo,  mi esposo me dijo cómo acabar con él. Responde con firmeza.

—Es el poder del  trial  mi reina,  tus seres queridos son uno contigo,  tres almas que comparten un mismo cuerpo,   si tú mueres ellos lo harán también. No eres una simple  homicida, eres una  mujer  dispuesta a hacer cualquier cosa para defender a los suyos.  Ahora debes comer y beber algo, nos espera un largo  y  riesgoso camino,  el Moro solo ha sido un pequeño  contratiempo,  nefastos enemigos intentarán  darnos caza.  Incluyendo al resto de los Lezzar.

— ¿Hay más de nosotros?  Preguntó ella mientras comía.

—Por supuesto, y ninguno desea que un descendiente con un linaje más humano que vampiro regente sobre ellos, por lo que deben eliminarte. 

—Hay alguno de ellos que desee el trono con tanta pasión como para  deshacerse de mi?

—Pienso que todos, pero me preocupa  un primo lejano   proveniente de tu línea paterna   llamado  Bersus,  es el  vampiro más maligno que ha  existido.  Su castillo es un enorme foso donde cientos de  restos  humanos yacen, su apetito es  descomunal. Incluso los Señores Negros han tenido que   intervenir ante sus atrocidades.  Pero está lejos de nuestro camino, por ahora no  sabremos acerca de él.  Dentro de dos días llegaremos ante los  el Desfiladero de los Vendavales,  cuando atravesemos  el sitio estaremos en  tierra santa, ningún espectro osará atacarnos.  Estaremos a salvo.

Driago  tenía razón, el resto de viaje fue calmo,  hermosos valles rodeados de  bosques inmensos  fueron el paisaje habitual  durante el recorrido.  Al anochecer del segundo  día , el valle  se convirtió en una rocosa meseta donde dos murallas de piedra enclavada en medio de las montañas  daba la bienvenida a los viajeros.  El sitio tenía un aire misterioso,  parecía que una fuerza descomunal hubiese abierto de un tajo la montaña para dividirla en aquellas dos gigantescas murallas de piedra , con un sendero en medio apenas capaz de  dar cupo a un jinete,  descansaron en sus cercanías.   A la mañana siguiente   desayunaron frugalmente, el   lugar de destino estaba cerca. Uno tras otro se aventuraron en aquel paso montañoso,  Ilse  no vislumbraba el final de aquellas enormes murallas, ni siquiera si se recostaba contra el suelo podía  saber  la altura de aquellas paredes rocosas.  El sonido de los cascos de los caballos  eran un profundo eco en medio de aquel silencio sepulcral.  Al atardecer lograron salir del  sendero.  Una niebla rodeaba  el pico de una  montaña que  emerge  a lo lejos ante ellos.



Capitulo 7 // Una Leve Esperanza

 Llegamos, señaló el lobo hacia   la lejana cumbre. Ella intenta  otear el horizonte para hallar el edificio de la famosa escuela,  pero no era posible.

— Dónde se halla, no veo ningún castillo? Pregunta Ilse

—Lo verás al acercarnos. Dijo confiado su compañero. 

Y fue cierto, al llegar cerca de la cumbre,  un castillo de aspecto vetusto emergió ante sus ojos, la niebla dio paso a los caminantes.  Ilse sintió una sensación  extraña al  colocar sus pies sobre la tierra de donde emergía la niebla,  que producía cosquillas en  la punta de sus dedos que  la hicieron reír.

—¿Qué sucede Driago? Algo  se mueve bajo mis pies.

— Son  vapores, almas inocentes  a las que les gusta vivir en este sitio.  No temas,  algunas son poderosas aliadas, conocen todo  lo que sucede en el  portal de los  durmientes.

La imagen difusa de la estructura se fue hizo  nítida en cuanto se acercaron a ella. 
 
Un sendero con escaleras hechas de piedra los llevaba hasta una sinuosa muralla que rodeaba el castillo. Un edificio central con una torreta en color azul  era acompañada por tres edificaciones más  de menor  altura,  un patio central rodeado por los establos y  bodegas lucía ordenado y limpio.  Tres hombres pelirrojos y de alta estatura llevaban a cabo las labores de  limpieza en el sitio.

Driago les saludo con amabilidad.  Uno de ellos soltó   el rastrillo, diciendo
—Bienvenidos, el Maestro les espera.

  Las enormes puertas se abrieron despacio. El salón era un lugar  prolijo, pocos muebles, algunos  retratos mostrando el antiguo linaje de los maestros blancos. La enorme estatua de un dragón dominaba el sitio desde un nicho en la pared. Un hombre anciano, de cabeza  blanca se acercó a ellos.

—Es un honor Mi Lady, dijo extendiendo su huesuda mano para saludar a la reina.  Ilse  devolvió el gesto con amabilidad.  Pero al  tener contacto con el Maestro  sucedió algo perturbador.  Los rostros de su esposo e hija se asomaron por segundos  en la cara asombrada de Ilse.  Driago observó inmutable aquel suceso.  Era de esperar,  el  trial  reconocía  a su mentor. 

—Es un placer conocer a tu familia, vengan conmigo, descansaran en sus habitaciones del largo viaje, la cena será servida a las 6 pm en punto, recuerden que estimo mucho la puntualidad en mis alumnos.

 Driago   te veré después  en el santuario,  quiero charlar contigo, hay tantas cosas del mundo  inferior de las que deseo estar al tanto. 

 Inclinó su cabeza en una gentil reverencia, ambos  repitieron el gesto. 

El lobo encamino a la reina vampiro hacia las habitaciones indicadas. Abrió la puerta de la derecha en el amplio pasillo que daba al menos a una decena de  aposentos.

—Es aquí,  My Lady, la mía queda a dos pasos.  Nos veremos más tarde. Terminó de decir Driago despidiéndose con gentileza.

Ilse  atisbo  el recinto con curiosidad, una pequeña pero cómoda cama había sido colocada bajo el amplio ventanal que daba a la  ladera sur del  palacio.  Una  mesa  junto a una silla en la que una  vela hace  las veces de lámpara  se situaba en una esquina.  En una de las paredes una pintura  destacaba la posición en los Cárpatos de la Escuela de Magia Blanca ,  un dragón   marcaba el sitio con exactitud.   El mullido colchón la hizo dormir de inmediato.

La voz de su hija la despertó:
—Mami, recuerda lo que el Maese dijo acerca de la puntualidad, vamos. ¡Levántate!

El rostro de la joven reina    resplandece  al  escuchar  la voz de su pequeña, apenas tuvo el tiempo necesario para   acicalarse un poco antes de bajar a cenar.  El amplio comedor se hallaba en el salón intermedio, junto a una enorme biblioteca, allí  seis discípulos esperaban junto a Driago y el Maestro la presencia de la reina Ilse.   El lobo  se levanta, corriendo la silla para que la hermosa joven  se sentara junto a ellos.

—Eres todo un caballero, no tenía idea… Driago

— Hay muchas cosas que ignoras  Mi Lady dijo el Maese, te presentaré a tus compañeros:

Ilar,   Gran Duque de los Bosques Rojos.

Melzer,  gran arquero reconocido en todo  Hermannstadt por su puntería infalible.

Arthur,  hijo del rey  de Bretania. Poderoso  espadachín.

Lesser,  molinero y  el hombre más fuerte de todos los Cárpatos.

Rendro,  antes ladron y tahúr, experto en el engaño. Ahora uno de nosotros.

Hedro   experto en  armas y equipos de guerra, diseñará cualquier cosa capaz de  penetrar  las murallas    más inexpugnables de  cualquier reino conocido.

Y por último, la número siete de mis alumnos, la poderosa reina vampiro  Ilse Lezzar.

— No repitas ese apellido dijo ella  en tono de disgusto,   quisiera borrar toda huella de mi   malvada estirpe…

—No puedes ir contra  tu origen, los genes que dieron vida a tu substancia  son únicos, la elección  que tomes acerca de tus actos y decisiones es lo que arrancara esa   perversidad de tu vida. Cada uno de tus compañeros  ha luchado contra su casta para encontrar su verdadero camino, durante ese  trayecto  han aprendido a sojuzgar su lado más  tenebroso.  Tú aprenderás a hacerlo  junto a tu familia.  He de decirte que eres la única persona que ha sobrevivido al Trial,  debes de recordar que eso no hubiese sucedido si  tus padres no hubiesen sido los Lezzar.  Tú lección número  uno es esa querida joven, debes tomar lo mejor  junto a lo peor de tu  naturaleza primigenia  , una dualidad importante, la lucha entre lo correcto y lo que deseas hará de ti la más grande guerrera o  una  desalmada asesina.  Explicó el Gran  Maestro.

— Cada uno de estos hombres, poseen poderes impresionantes,  serán los encargados de enseñarte, tú decidirás cuándo y cómo aplicar dichos conocimientos.  Apuntó Melzer. 

— Disculpa  he olvidado  mis modales, hace un largo tiempo que no tenemos a una hermosa reina  entre nosotros.  Es hora de cenar,  llamaré  a los sirvientes. Apuntó  Ilar.

Ilse se turba al mirar desfilar con inmensas canastas de viandas a unos seres  con cuerpo de humanos y cabeza de perro. Lobo   alcanzó   con sus manos  algunos trozos de carne y los colocó sobre el plato de la  vampiresa.

— Toma, debes alimentarte,  tus lecciones empezarán mañana al amanecer y déjame decirte que necesitarás de todas tus fuerzas. Ella  esbozó una leve sonrisa, mirando la carne que Driago  manejó con sus propias manos.
El arquero rio con malicia diciendo:

—   Hedro  será  quien te inicie en el antiguo arte de los armeros,  te aconsejo  mirar sus  ojos antes que sus manos, podrás leer el  ataque en ellos, pues sus manos son tan rápidas que no  sabrás cuando lance algunas de ellas a tu cuerpo¿ No es así Lobo?

Este  devoraba un enorme trozo de ave,  sin despegar su boca de aquel manjar señaló a la vampiro su hombro,  donde lucía  la cicatriz de una profunda cortadura.

La cena transcurrió  en medio de carcajadas  e historias referentes  a hechos acaecidos  antes de que  la reina vampiro existiese. Eran muy ancianos,  pensó,  empero sus cuerpos  eran los de  especímenes masculinos en plenitud de su poderío.  Los caballeros se levantaron de sus respectivos puestos cuando ella decidió retirarse a sus habitaciones.  Esa noche soñó que su esposo la tomaba con pasión desmedida. Lo extrañaba tanto,  su calor, acurrucarse junto a él en las frías madrugadas, apoyar su brazo sobre el amplio pecho, escuchando  la  rítmica respiración de  su  amado.  Se sentía tan protegida a su lado… ahora debería aprender a  ser una  guerrera  despiadada,  incapaz de sentir  algún sentimiento de piedad hacia los Señores  Oscuros y sus aliados.

Capitulo 8 // Secretos Milenarios

  El día siguiente, luego de un sueño reparador y un desayuno opíparo  la reina vampiro  tomó el camino a las  llamadas celdas  de la sabiduría, recintos de regular tamaño donde cada uno de los alumnos tenía su  biblioteca personal , Ilse leyó  una  a una las rotulaciones hechas en  una caligrafía exquisita indicando los nombres de los alumnos,  su celda  indicaba el nombre de Reina Ilse, vampiresa del Trial.  El aposento  tenía claraboyas colocadas estratégicamente que permitían  a la luz natural su ingreso,  la claridad, el orden del sitio, los anaqueles perfectamente ordenados con libros  con sus portadas de pieles,  incitaban al estudio. Una mesa con una vela,  plumas y un tintero  formaban un  perfecto  ambiente para  descubrir los secretos de aquella mítica escuela.  La joven reina  ojeo la  colección de  ejemplares, uno de ellos llama su atención:

Los secretos del  alma, tres entes en una misma substancia. Autor  Maese Fhilippe  Brauco, mago  blanco de tercera generación.

El libro mostraba en su primer página el dibujo de una hermosa joven que desdoblaba su cuerpo en dos seres más, uno  de ellos era un ser pequeño y primitivo, el otro era un anciano de aspecto  noble, en sus manos los tres sostenían un corazón. La  preciosísima caligrafía   se unía a  notas hechas al  margen de la página.  Muchas   daban señales de alerta sobre  sortilegios  que  estaban dentro del libro.  Notas cómo: No  llevar a cabo si la luna no está en lo alto…
El segundo a bordo debe   ser quien controle el trial…

—¿ De qué se trataba todo eso?  La curiosidad hizo que  iniciara   la  lectura con avidez.  Las  horas  transcurrieron  rápidamente,  la oscuridad hizo que  se detuviera para  encender la vela del escritorio.  Aún faltaba mucho material por leer,  quería hacerlo de manera que nada escapase de su comprensión.  Tres  fundamentos básicos   fueron entendidos  en su totalidad por la bella reina. Ella  sería la mediadora entre  la substancia de su pequeña hija y su  amado esposo.  Su hija representaría los instintos y deseos más básicos, su esposo reflejaría   la conciencia ancestral que permite a todo humano superar su parte irreflexiva y violenta.  No sería fácil,  los milenarios relatos acerca de la  atávica unión de almas terminaban con la destrucción de las tres esencias.  Una voz tras ella interrumpió sus pensamientos, era Lobo:

—My Lady, es hora de la cena.  Debes  guardar fuerzas,  mañana  el Maese   te preparará para la gran batalla.

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