
El Trial
// Parte 8 //
— ¿Ceggar estará allí? Pregunta Driago.
—No, él intenta mostrar a los Señores de la Oscuridad que ha acabado con el Trial. Y a su manera lo ha logrado…
—Qué dices hija? Estamos bien y juntos de nuevo, replicó Heirr.
—Juntos si, pero ya no conformamos el grupo que ellos reconocen. Eso será una ventaja, pero a la vez representa la etapa más difícil para nosotros, confesó Inés.
—Es cierto, afirma Ilse, debemos llevar a cabo el ritual de desdoblamiento cuanto antes, de otra manera nos convertiremos en uno de nuevo, y dos de nosotros partiremos para siempre.
—Si eso es así, dijo Heirr, creo que debe ser Inés quien sobreviva.
—Estoy de acuerdo contigo querido, apuntó Ilse con voz repleta de firmeza.
La joven los contempla con sus hermosos ojos grises diciendo:
—Ya veremos cuando debamos cruzar ese puente, por ahora necesito algo de ropa madre, no pretendo recorrer toda la comarca con este aspecto.
Las risas surgieron del grupo mirando a la chica intentar estirar la falda de su corto vestido de niña, Ilse busca entre sus ropas y ajustó algunas para la pequeña. Lobo partió a la ciudad portuaria, confiaba plenamente en la pequeña Inés . Al atardecer el sol rojizo exponía los techos rojizos de la ciudad, el olor a sal cubrió las narices de Driago. Su instinto percibió el mal sobre la colina donde una mansión de color rojizo se alzaba como vigilante de la ciudad. Unos tenues gemidos femeninos salen del lugar, Lobo no lo dudo, caminando hacia el lugar, de un golpe derriba la puerta dirigiéndose hacia los lastimeros quejidos. Una enorme alfombra abarca en el centro de la sala, el endriago aparta los muebles con fuerza, arrancó la alfombra dando con una trampilla, la levantó, el olor que provenía del subsuelo lo hizo retroceder. Un llanto corrobora sus sospechas, intentó llenar sus pulmones para no respirar aquel aire viciado y putrefacto, sus ojos se adaptaron rápidamente a la penumbra, una escalerilla de aspecto endeble le permitió bajar al lugar, sus pies tocaron un suelo lodoso, en una esquina, dos jóvenes atadas a un enorme poste, las cadenas las unían a otros cuerpos sin vida. Lobo se acerca a las jóvenes, sus manos agarran los eslabones y los rompe con fuerza, una de ellas apenas respira. Levanta a ambas, las coloca sobre su espalda y sube al salón. Allí descubre con horror que las heridas que tenían ambas en cuello, tobillos y muñecas se encuentran demasiado infectadas que incluso lucían pequeños gusanos blancos que parecían danzar bajo la luz. Recordó el pequeño arroyo que había cruzado antes de llegar a la mansión roja, llevándolas al sitio las sumergió sin contemplación, ellas parecieron despertar de su letargo, una de ellas suplico con voz débil:
—Por favor demonio, acaba ya con esta tortura, mátanos ya! Súplica entre lágrimas.
—No soy vuestro torturador, aclara Driago, mientras con un trozo de paño limpio y ungüento sobre él, trataba de limpiar las purulentas heridas.
—¿ Tengo aquí algunas medicinas y alimentos, pero debo llegar a la ciudad, hay alguien que pueda ayudaros?
—Si, réplica una de las jóvenes, no muy lejos de aquí vive mi familia. Ellos nos ocultaran.
Driago procura ayudar a las jóvenes, debe seguir su camino, no sin antes limpiar sus heridas y buscar unas mantas para dejar las andrajosas y malolientes vestiduras de las chicas. Cuando llega a la cabaña indicada por la chica, sus padres no dejan de dar las gracias.
—Cuídalas, dijo él, afirmando con voz profunda, pronto terminará este horror.
Al llegar a la ciudad, recorrió lentamente los callejones que llevaban al puerto, el olor acre a mar, orin y desperdicios llenaban el aire . Pensó por un momento que su aroma sería imposible de detectar frente a aquella peste. Una voz femenina tras él, demostró lo contrario.
—¿Quién eres? ¿ Qué haces aquí?
El dirige su cabeza hacia la voz para encontrarse con una mujer de espléndida belleza, era un híbrido. Se les llamaba de esa manera a los humanos que eran transformados por los espectros, en esta ocasión ella había sido infectada por dos diferentes engendros, un lobo y un vampiro de dudoso origen. Su cabello rojizo parecía brillar, su boca carnosa apenas cubre los afilados colmillos, su olfato era un atributo de los fieros mamíferos que conformaban ahora su esencia. Su cuerpo estaba pleno de atributos vampirescos, piel pálida y fina, busto prominente, cintura pequeña, atributos físicos que permitían a las hembras de esta especie poder seducir a sus víctimas antes de darles fin.
—Soy el que debe preguntar eso,¿ No cree señora? ¿ Eres una aparición celestial o demoniaca? Dijo él mirándola con descaro.
Ella sonríe acompañando su gesto con una mirada seductora…
—Un Lobo gentil y apuesto. Características que me indican que eres un forastero porque de lo contrario no preguntarías quien soy, y estarías en mi cama gozando de todos los placeres que te podría proporcionar Lewar.
El la miro con deseo, por primera vez desde hace mucho tiempo sus instintos de apareamiento surgieron en su ser. Deseaba a esta mujer. La misión sería fácil.
La voz de Inés resonó en su cabeza:
— Recuerda Driago… ella es poderosa también. Debes sojuzgar tus pasiones, o las utilizará contra ti. Solo serás uno más en su lista de trofeos. Su atención hacia ti en cuanto logre su cometido se disipara, debes conquistarla, no simplemente seducirla.
Lobo se sintió cohibido al saber que la pequeña Ines había leído sus deseos más profundos para con aquella exuberante hembra. Contempló de nuevo a la hermosa mujer y sonriendo de manera socarrona le contestó:
—Desconozco tus dotes amatorios , pero confío en que puedas ayudarme con mi cometido. Encontrar a un tal Ceggar…
El gesto en el rostro de ella se volvió hosco.
—¿Para qué lo quieres? preguntó ella de forma cortante.
—Quiero ofrecerle información muy importante. Sé que pagara por ella, antes de que los Señores Oscuros sepan de su fracaso con el Trial.
— ¿Qué sabes tú de los asuntos de Cegarr? Eres un tonto al no temer de él, si sabes algo será mejor que me lo digas y yo me encargare de que llegue a sus oídos.
—No, es prioritario lo que debo decirle, estoy seguro de que me pagara una fortuna, y yo estaré allí para recibirla.
Ella rió con malicia diciendo:
—Es tu vida, si deseas ponerla en peligro allá tú. Debes estar cansado, ven conmigo, te llevaré a mis aposentos, quizás puedas recibir unas cuantas atenciones de la mejor meretriz de este lugar .
Driago la siguió de cerca, observando con detenimiento las callejuelas a su alrededor, planeando de antemano sus vías de escape.
Capitulo 14 // Cegarr, un justo escarmiento
Se detuvieron frente a la taberna, un hombretón que guardaba el lugar lo mira con desdén. Ella le alcanza la mano y le conduce hacia una de las habitaciones más alejadas de la taberna, al abrir la puerta Driago contuvo su expresión de sorpresa al encontrarse con una primorosa y ordenada habitación, una mesa de noche muestra el retrato de dos ancianos reyes junto a una pequeña de ojos vivaces.
El camina recorriendo la habitación de la hermosa meretriz, ella intenta acariciar su espalda.
—¿Son tus padres no es así? Interroga Driago de forma informal.
—Ella se detuvo molesta. Te he traído a disfrutar, no a que preguntes cosas sobre mi vida.
—¿Te parece bien tener su retrato en esta habitación que usas como sitio de trabajo?
Lewar le contempla con furia.
— Es mi dormitorio dijo con firmeza. Solo Cegarr y tú tienen conocimiento acerca de este sitio. Ahora sal de aquí, me has puesto de mal humor. Nunca disfrutarás el placer que puedo otorgar a tu cuerpo.
—Ni tú el que pueda ofrecerte yo, dijo Driago sin falsa modestia. La sujeta con fuerza de la cintura besándola con pasión. No fue difícil, deseaba a la magnifica mujer. Los amantes se entregaron con inusual pasión, los suspiros apasionados de Lewar invadieron el lugar. Los sirvientes del sitio pensaron que Cegarr había regresado .Al anochecer, apenas saciado el apetito de ambos, Driago la toma del rostro hablándole con ternura.
—¿Qué buscas pequeña, entregando tu cuerpo como si no tuviese valor ? Eres una princesa que ha perdido su camino… tus padres envejecen ¿A quién dejarán su reino? ¿Ha pensado en eso Lewar?
—Ella se sienta en la cama, mirando el rostro de lobo, y acariciando con sus finos dedos aquel masculino rostro mientras dice con un dejo de tristeza:
—Busco lo que me fue arrebatado, por lo que dices debes saber bien mi historia…
—Sé que eras una niña malcriada que huyó de su hogar como un símbolo de rebeldía, sin percatarse que esto te llevaría a un camino más difícil del que creías huir. Mírame, sabes que lo que está frente a ti es un lobo que finge ser un hombre. Tu lobo , el que creíste amar hubiera disfrutado destrozar tu cuerpo durante uno de sus episodios, convirtiendo a la inocente reina en su ramera para que nunca pudieras escapar de aquel mundo.
— Te equivocas, dijo llorando, él me amaba. Resopló Lewar entre lágrimas.
—Tu eres quien se equivoca, dijo él con calma. Quién ama no lastima. Te habla un orsus, un endriago con un destino igual al de aquel ser, no tuve elección, los espectros lanzaron sobre mi esta terrible maldición. Asesiné sin poder evitarlo a la mujer que más amaba en el mundo… sé lo que es tener ese dolor recalcitrante en tu alma, cualquier imagen, cualquier gesto lo trae a ti. Empero nunca podría convertir a alguien a quien amo en esta cosa que soy ahora. Despierta princesa, eres responsable de un reino, de tus viejos padres…
—Ellos me llevaron a tomar aquella decisión apresurada… apuntó con rencor
—Piensa de nuevo pequeña, pudiste tomar otras opciones, pensaste que al huir no te tendrías que enfrentar de nuevo a tus padres, y ahora los tienes allí, cerca de tu cabecera… añorando su presencia.
Ella deja que un suave llanto lavara su rostro. Había reprimido por mucho tiempo esa sensación de añoranza.
—Es demasiado tarde, he cometido tantas estupideces, si las colocara en una lista podría hacer un camino a mi reino.
—Pues hazlo, dijo Driago con firmeza, y cada vez que mires hacia el suelo y pises uno de tus tantos errores harás igual que el resto de nosotros… intentar no cometerlo de nuevo.
—Temo que mi alma haya estado tanto tiempo en la oscuridad que no sepa adonde ir…
—Necesito que me ayudes a detener a Cegarr, ha hecho demasiado mal, su crueldad no conoce límites, debes poner en orden lo que has hecho en este lugar, a cambio tienes mi promesa de llevarte ante la Puerta de la Verdad, allí recobraras tu alma, Princesa Lewar. Afirmó Driago mirando aquellos hermosos ojos.
—¿Por qué debo creer en ti? Pregunta ella, con voz quebrada.
—Porque sé quien eres, eres una futura reina que buscara por cielo y tierra mi cabeza si no cumplo lo prometido.
Ella rió, había pasado mucho tiempo sin hacerlo.
—¿Cómo me llevarás ante la Puerta de los Durmientes? Pregunta al levantarse y colocar algo de ropa sobre su cuerpo.
—No seré yo quien lo haga, será una joven amiga. Puedes hacerlo ya mismo.
—¿Qué debo hacer dijo ella?¿ Debo prepararme?
—Toma esta poción, en cuanto caigas inconsciente mi amiga te llevara al lugar. No temas, no serás juzgada por nadie más que por ti misma. Dijo el lobo mientras sacaba de su morral un pequeño frasco azul.
—Y si me traicionas y es un ardid para que tome un poderoso veneno que acabará con mi vida? Preguntó ella mirándole fijamente.
—Entonces habrá acabado con todas tus dudas y miserias… contesta él con sarcasmo en su voz.
Ella ríe de nuevo y le arrebata la poción de la mano, tomándola de un solo sorbo. Sus hermosos ojos se cerraron de inmediato, su cuerpo cae en brazos de Driago que la posiciona suavemente sobre la cama.
En ese preciso momento Cegarr ingresa a la habitación, mirando atónito aquel hombre con una Leward semidesnuda siendo colocada amorosamente sobre su lecho.
—¿Cómo has osado tomar lo único que he amado en este asqueroso lugar? Pregunta con furia sacando una afilada daga de entre sus ropas.
—Amar, tu nunca has amado a nadie… replicó Driago con sorna.
No lejos de allí, Ilse junto a Heirr deambula por las callejuelas que los llevarán hasta el burdel donde Driago se prepara para luchar contra Cegarr.
—¡Te mataré maldito! Gritaba furioso Cegarr.
Driago le miraba impávido, era hora de atacar. Inicia la batalla diciendo: Te recibieron bien los Señores Oscuros ¿Cuánta riqueza te han dado? Les has mentido Ceggar qué crees que decidirán sobre ti cuando sepan que el Trial no ha sido eliminado?
Mientes maldito, dijo mientras le amenaza con la filosa daga. El trial está acabado, Heirr debe estar muerto, pronto la reina Lezzar le seguirá, los he destruido, divide y vencerás, eso he hecho estúpido orsus. Después de liquidarte a ti, iré por la reina esa, me divertiré haciendo de su cuerpo un estropajo de carne y sangre.
Una voz tras él le corta la respiración. Era el maldito rey Heirr y estaba vivo .
—Es hora de devolver el veneno que colocaste en mi, dijo Heirr tomando el líquido oscuro que Inés había sacado de su cuerpo y lanzándolo al rostro del antiguo vampiro.
Este se retorció de dolor, iracundo trataba de alcanzar los cuerpos de sus enemigos con la afilada daga, todo era inútil. Heirr le arranca la daga de aquellas manos convertidas en garras. Ilse le alcanza por detrás y tomando su cuello lo dobla para hincar sus afilados colmillos, escupió la espesa sangre oscura que manaba de la yugular de Cegarr, Driago sujeta el cuerpo de Lewar mientras le retira del sitio, los tres salieron de aquella habitación mientras el vampiro expiraba desangrado. El rey guerrero dió la orden a los ocupantes del burdel de salir de allí, y tomando una lámpara de aceite la tira con furia al suelo. El lugar comenzó a arder. Lobo atraviesa el pueblo con la bella meretriz en sus brazos, al llegar a un claro en el pequeño bosque, en las afueras del pueblo baja con delicadeza su preciada carga en el césped.
Ines debía cumplir su parte del trato y lo hizo, conduciendo a Lewar frente a la puerta de piedra. La reina que fue meretriz temía hacerlo. Inés la sostiene de la mano conduciéndola frente a un trono hecho en madera y oro. Un anciano las mira con gentileza.
—Gran Maestro, ella es la princesa Leward ha reconocido sus errores y desea revertir el mal en ella.
El contempla a la princesa y señalando su cuerpo musita:
—Devuelvo el destino a tus manos, de aquí en adelante tú elegirás quién deseas ser.
Lewar emite un grito, su cuerpo parecía desprenderse de una niebla oscura que se dirigía hacia un altar cuyas llamas absorben crepitando ruidosamente aquella energía. La hermosa mujer se desploma sobre el suelo, Ines le ayuda a levantarse, diciéndole con voz dulce:
—Tus padres te esperan, es hora de retomar tu vida.
Esa tarde el sol naranja cae intensamente sobre los campos verdes. Ilse es presa del hermoso hermoso paisaje, la nostalgia impregna su alma, diciendo:
— Hemos dado el primer paso, debemos darnos prisa o el Trial desaparecerá.
Driago estuvo de acuerdo, era hora de buscar al infame Bersus.
