Parte 9

El Trial

// Parte 9 //

Capitulo 15 // El Refugio de la Bestia

Descansaron unos cuantos días  en  la hermosa catarata de Isur,  cerca del reino de los padres de Leward,  esta había sufrido un cambio drástico,  era una mujer serena, con una mirada calma que añoraba llegar cuanto antes a su casa paterna.  Se habían despedido dos días antes  de llegar a  Isur.  Ahora Driago, junto a Ilse, Ines y Heirr   acampaban  en  la orilla del lago de aguas azuladas.

Heirr aun miraba con cierto desconsuelo como su pequeña Ines de cinco años era ahora una hermosa   adolescente.  Era tan  bella como Ilse, a excepción de que sus ojos azules se habían tornado verde esmeralda,  la reina vampiro se acerca a él sin ser advertida.

—Es la misma niña gentil y amorosa,  solo que su alma ha  tomado un poder que ni siquiera yo podría imaginar.

El  Señor de la Puerta de la Verdad la ha tomado como su  discípula, sabes lo que eso significa Heirr.

—Él la mira  con signos de pregunta en sus ojos.

—¿Qué significa amada esposa?  Inquirió  con voz calma,  presiente de alguna manera que la pequeña Inés  posee un inmenso poder.

—Cuando Inés  alcance su  grado más alto  como alquimista  será la nueva   encargada de la Puerta   hacia la otra dimensión.
 
—¿Qué he hecho?  Por mi culpa tendrá ese destino… dijo el rey guerrero con  profunda desazón.

Ilse  sonríe explicando a su amado.

—¿Aún no logras entender bien, eh?  Ella será un ente superior,  sus poderes serán infinitos,  es un don  maravilloso, y  accederá a él  cuando  su vida llegue a su fin. Mientras debemos  lograr  la misión  de acabar con Bersus para poder  gozar  de la compañía de nuestra hija,  quiero verla disfrutar de su vida…

—Igual yo, pero  advierto  que si algún reyezuelo  intenta conquistarla, primero deberá pasar por mi escrutinio.  Dijo con  voz fiera.

—¿Tu  escrutinio, a qué te refieres padre?  Pregunta la dulce  joven al ver a sus progenitores  sentados  en  la rivera del lago,  mientras eran salpicados  con  el agua convertida en niebla  por las cataratas.

—Nada hija,  conoces a tu padre, siempre blandiendo  sus locas ideas antes  que la espada.

—Mamá sabes algo de ese tal Bersus?  Aun estoy lejos para  sentir su esencia .

—Driago me ha contado que es un primo lejano, un Lezzar de la casta más antigua,  un terrible monstruo que ha superado todo lo referente a la crueldad.  Incluso los Señores Negros han tenido que   reprimir su salvajismo.

Lobo se  aproxima al grupo, siguiendo  una señal hecha por Inés. En cuanto llego las preguntas  no tardaron en salir de los labios de la  princesa

—¿Qué sabes acerca de Bersus Lobo, a qué engendro nos enfrentamos?
 
—Es un demonio muy  poderoso,  sus padres  fueron dos vampiros esenciales encargados de reclutar engendros para los Señores Oscuros. Criaron  a su hijo con todas las prerrogativas de un rey,  su palacio  contaba con  un ala dedicada a criar niños de todas las edades para alimentar al engendro. Cuando los humanos  decidieron que  la maldad sobrepasaba  cualquier límite, encargaron a los Siete Discípulos  el control de esta plaga terrible.  La lucha fue descarnada, los maestros sufrieron terribles bajas, pese a ello lograron derrotar  a estos  malvados  seres.  Bersus  pudo escapar  haciéndose pasar por uno de los pequeños que los  seres blancos lograron rescatar.  No   tardaron en darse cuenta del  fatal error  al perdonar la vida de aquel engendro,  el odio  dio pie a una venganza  devastadora del demonio sobreviviente contra  toda aldea a la que lograba llegar. La violencia  de la que hacía gala era tan  sobrecogedora que incluso los Señores Oscuros debieron intervenir para aplacar a Bersus.

—Y ahora donde reside?  Pregunto Heirr

—Vive dentro del Bosque Negro,  cerca de las aldeas  altas,  allí un grupo de seguidores  suple sus necesidades de sangre.  Es un lugar devastado por la plaga de los demonios.  Árboles  secos,  con ramas   que parecen suplicar al  cielo un poco de lluvia,  cuando caminas por sus senderos polvorientos  podrás observar lo que parecen ser guijarros blanqueados por el sol, pero si te inclinas lo suficiente verás que son  diminutos trozos  de huesos…

—¿Por qué los Maestros Blancos no intervienen de nuevo?  Pregunto Ilse.

 Ines la  observa  diciendo: 

— Ellos no pueden intervenir si no son solicitados madre… lo que trata de decirnos Driago que  la tierra a la que nos dirigimos  esta maldita no solo por los engendros sino también por humanos que frente a la riqueza han vendido a sus propios  congéneres.

—No lo pude decir mejor Driago,  replica  Ines,  debemos estar atentos ante cualquier  hombre, mujer o niño que encontremos, los espectros  son  expertos en tomar cuerpos humanos. 

—Podré  advertirlos   Driago, no te preocupes. Apuntó con seguridad la pequeña Inés.

—Lo siento Inés, pero este viaje solo lo haremos  tres de nosotros.  Tu debes  esperar cerca  del Bosque Negro, este lugar espectral  no es para ti.  Dijo el Lobo.

—¿Cómo te atreves,   también crees que solo soy una niña incapaz de enfrentar al mal? ¿De qué otra manera puedo probar mi valía?.  Dijo ella molesta.

—No tienes que probar nada jovencita,  hemos visto de lo que eres capaz, pero   te necesitamos aquí, lejos del lugar maldito.  Esa tierra  se encuentra  tan poseída por el mal que  hará el intento de  llegar hasta la Puerta de la Verdad por cualquier medio, incluso utilizando como eslabón a su futura guardiana.  Afirmó Driago.

—No logro entender Lobo, dijo Ilse,  La Puerta de la Verdad es un lugar sagrado,  ¿Qué haría un ente malvado frente a ella?   ¿Sería  de inmediato destruido,  o me equivoco acaso?

—Recuerdas lo que dijo el Gran Alquimista, la energía no  puede  es destruida, solo pasa a conformar   otro tipo de  fuerza, si Bersus  logra aparecer  ante ella,   puede ser  transformado en una esencia negativa con un poder descomunal.  Además Ines,  serás  de gran ayuda desde este lugar, el mal puede interferir con tus dones,  fuera de ese círculo maléfico podrás advertirnos  lo que planea ese demonio. Termina  por  explicar  Driago.

—¿Y cómo sabremos quienes son humanos verdaderos y quienes engendros?  Pregunta Ilse.

— Recuerdas  el  vapor  que te obsequio la bruja  cuando la consultaste, dijo Lobo.  Es hora de sacarlo del frasco y ponerle  a trabajar.

—¿Donde estará Ines mientras ingresamos  al Bosque Negro?  Preguntó algo  preocupado Heirr.

—No lejos de aquí  hay una pequeña aldea dedicada al cultivo de trigo,  buscaremos un refugio confiable  para Inés,  dijo Lobo.

El grupo acordó  recorrer primero la aldea de  campesinos,  era necesario encontrar un buen lugar para  Inés, al final de la tarde una pequeña cabaña abandonada resultó  ser la mejor opción.  Dos días tardaron Driago y Heirr en convertirla en un cómodo  refugio para la pequeña.  De todos modos convencer a Ilse de dejar a su retoño en aquel sitio  fue más difícil de lo pensado.

—Y qué sucede si alguien trata de atacarle?  ¿Quien le ayudará?  Pregunta la madre angustiada.

—Esto es gracioso amada esposa,  Ines  está  bajo la protección del Gran Alquimista,  ¿trataste de convencerme incluso de que sus poderes son más grandes que los nuestros, o acaso me equivoco?

Ella   ve  a su hija, y abrazándola con fuerza  replica:

—Estoy tan asustada de separarme de ti,  temo que esto sea solo un sueño y vuelva a encontrarme con tu cuerpecito pálido y sin vida.

—Madre,  siempre estaré contigo, tú lo sabes. Responde la pequeña Inés con  plena confianza.

—Bien, si la novela acabó, dijo Driago, es necesario marcharnos.  No seremos bienvenidos al anochecer por los espectros del lugar.  Antes de partir  Driago saco de un pequeño morral  un frasco azulado, y poniéndolo en manos de Ines le advirtió. 

—Es un  vapor  muy especial, es  el  pequeño Philippe, lo encontré hace muchos años cerca del  Santuario de los  Robles.  El  te cuidará.  Te advertirá ante cualquier peligro.

  En cuanto Ines abrió el frasco un vapor blanco  salió acompañado de cristalinas risas.

Ilse  contempla  agradecida a Lobo,  estaba consciente del sacrificio llevado a cabo.  La despedida fue corta, nadie hablaba durante el viaje, pero al atravesar la última colina el tenebroso paisaje los hizo reaccionar.  Un circulo deforme marcaba la entrada del Bosque Negro,  su nombre lo decía todo,  hileras de  oscuros troncos semejaban soldados en formación que levantaban sus secas ramas al cielo,  la tierra carecia de cualquier tipo de vida sobre ella. Un olor  nauseabundo llegaba en ráfagas a sus narices.

—Una visión de lo que puede ser el averno… dijo sentenciosamente Heirr.

Ilse  alcanza  su morral y  extrae  el preciado frasco que  la bruja le había obsequiado.  En cuanto lo abrió una voz femenina con una voz melodiosa  dijo: 

 —El mal yace en su forma más pura en este lugar,  mi esencia no  soportara tal  fuerza, dejame  dentro del recipiente, en cuanto detecte un espectro me iluminaré. 

—Bien dijo la reina, y levantando el frasco dejo que el  vapor  ingresará de nuevo a él.

No tardaron en pisar aquella tierra maldita,   las horas  transcurren   sin novedad,  el llanto de un niño los hizo detenerse.  Una pequeña y frágil figura a la distancia  los hizo caminar  rápidamente hacia ella, era un niño y parecía necesitar ayuda.  Ilse se apresura a acercarse, Driago la detuvo  señalando el   recipiente del vapor que se ilumina con fuerza.  Frente a ellos  el niño sufrió una terrible transformación,  sus brazos se alargaron de manera sobrenatural tomando del cuello a la reina vampiro,  Heirr  blande  su arma y  corta de un solo golpe  las temibles  garras,  Ilse   respira con  alivio,  el demonio se lanzaba hacia Heirr,  Ilse  prepara  el arco dado por Melzer y   apunta disparando sin siquiera pensarlo. Un  alarido escalofriante lleno el aire, la flecha atravesó el cuerpo del espectro.  Driago  dirige sus ojos   hacia el  vapor , éste no dejaba de iluminarse,  alrededor de ellos  un grupo de engendros  ha empezado  a  acercarse.  La pelea sería cruenta.  La voz de Inés   se escucha de forma clara y firme.

—El espectro de ojos rojos,  deben acabar con él, el resto  huirá en desbandada.

El grupo   busca alrededor  su objetivo, y allí estaba, un hombre alto y delgado  con una marca  negra en forma de  estrella de cinco puntas  en su frente.   Ilse   apunta   despacio,  antes pone  la punta de la flecha sobre sus labios y con  sus afilados colmillos rompió su labio inferior,  la sangre cubre  el frío metal de la flecha,  el disparo  perfora sin dificultad   la marca del engendro,  este aúlla con desesperación  en tanto su cuerpo se convertía en una masa infecta.  El resto de los espectros lo   contempla  caer y huyen  velozmente.

—Diantres, replica  Driago, si este es el grupo encargado de la recepción la fiesta estará intensa!

—No me gusta este sitio para nada, todo aquí está muerto…. Apunta Heirr con recelo.

— O a punto de estarlo  replica  Ilse con malicia  esbozando  una  leve sonrisa, señalando a  sus compañeros.

— Vamos,  no es hora de convertirse en bufones,  debemos estar atentos a estos malditos espectros, señala Heirr con firmeza.

Ilse le da un golpe en  la cabeza  sin dejar de sonreir:  querido esposo  realmente esa faceta tuya de ser un aguafiestas  es demasiada intensa, mira alrededor,  la vida ha partido de este lugar hace mucho, no existen cantos de pájaros, ni el zumbido de insectos, esta es una tierra maldita,  no me convertiré en uno de esos árboles secos,   tratare de mantener  mi buen  humor, quizás sea lo único que nos saque cuerdos de esta  aventura.

— Tu mujer tiene  razón,  a cada paso  siento la muerte  junto a nosotros,  esperando  cualquier descuido para llevarnos, sin embargo también puedo sentir a Ines,  ella nos  guiara.  Debemos llegar hasta esa colina,  será un buen punto para descansar, vigilaremos por si los espectros nos atacan .

Al llegar al sitio  encontraron  una vieja carreta llena de  ollas y utensilios de barro usados por los campesinos.  Dos esqueletos se aferraban  a los de un viejo  jamelgo.

—  Vendedores ambulantes,  dijo Driago.

—Espero que hayan muerto rápidamente.  Apuntó Heirr.

Ilse   se conmovió  al mirar un pequeño bulto  envuelto en una  frazada vieja, en la parte de atrás de la  carreta ,  lentamente  levanta la gastada tela para encontrar una diminuta osamenta. 

—Una pareja, supongo, dijo con tristeza.  Hay un pequeño atrás.

—O quizás sea algo más terrible, señaló Lobo.  Quizás querían venderlo a los espectros.

—Cómo osas pensar eso Driago? ¿ Que ser humano vendería un pequeño a estos monstruosos seres?

—Dudo que fuese para ellos, dijo Heirr.   El botín  estaba dirigido a  Bersus.

— Tienes razón Heirr,  sé que este  vampiro  tiene debilidad por la  carne tierna.  Señala  Driago.

—¡Quieren dejar de hablar  de esa manera!  Espeto Ilse, quiero pensar que era una pareja de  amantes padres y que lo que sucedió aquí fue una total tragedia. Asunto terminado, dijo  sacando de entre los cacharros unas palas de madera. 

Heirr y Driago  intercambian  una mirada cómplice de  fastidio.  Horas después de cavar en esa dura tierra los tres esqueletos reciben  santa sepultura.

 Al anochecer  los tres   se  colocaron frente a la tibia fogata, calentaron algunas provisiones y comieron sin mucha gana. 

—Este lugar apesta, dijo Lobo.

—Lo sé, pero debemos mantener nuestra fuerza.  Sobre todo después de cavar en ese suelo duro.

Bien, dijo  Ilse mirando  burlonamente,  ya empezaron los llantos de los bebés,  su espaldita les duele,  pueden ir donde una bruja en  Lares…. Dicen que son maestras en el arte del masaje.

—Oh, por supuesto, replica   Driago¿ Dejarás que el rey Heirr entre solo o le harás  compañía durante la sesión?

—Maldito  lobato, dijo Ilse lanzando su vaso con agua  hacia el rostro de  Driago.

Heirr  reía sin  reparos… querida esposa dijo, te has enredado en tus propias cuerdas… te tomo la palabra, me vendría bien  las dulces manos de una joven bruja recorrer mi cansada espalda. 

Heirr se  pone de pie  huyendo de una furiosa  Ilse que intenta atraparle; en cuanto lo hizo,  el rey volvió su rostro dándole un apasionado beso.

—Basta, reclamo bromeando  Driago,  esta tierra maldita ha recibido bastante por hoy, los engendros deben estar  iracundos,  risas y   amor  han caído sobre sus cabezas… ácido sobre sus  malvados corazones.

Lejos de allí, en una meseta rodeada de un enorme pantano,  en un  castillo en ruinas, Bersus el terrible vampiro miraba con desdén lo ocurrido  en la colina donde acampan  sus enemigos.  Un alquitrán negro depositado en un recipiente de metal con forma de dragón  reflejacada uno de los hechos y palabras ocurridos en el lugar.
Sus manos espantan  un viejo cuervo que  posado en su hombro  pretende arrancarle un girón de carne que cuelga  de su  capa,  producto de  su  anterior cena, un   marinero de  mal talante que luchó hasta el final.  Se sentía cansado,  su cuerpo se deterioraba   a gran velocidad. De nuevo repaso   los rostros  de los invasores.  Ninguno era el rostro que esperaba con  ansias, dentro del grupo no estaba la niña mujer con la que había soñado noches antes.  La que le daría  el don más preciado   por un vampiro:  el poder de la Puerta de la Verdad.  Un  trozo de pierna  cae  al suelo,  el  demonio  solicita  a uno de sus sirvientes,  el cuervo se acerca, Bersus lo espanta con su bastón:

—¡Maldito pajarraco!  No ves que  es mía!  Alejate!   El  cuervo se alejo graznando.  Un  pequeño espectro de aspecto infantil se acercó a él:

—¿Qué  deseas, Amo?  pregunta atento.

Recoge el  trozo de pierna, y dile a Vengali la bruja que venga a curarme.  ¡ Lanza  eso al fuego!  Dijo con fiereza en su mirada mientras el jovenzuelo lanzaba aquella carne oscura y fétida hacia la chimenea.  Mientras  recorría los pasillos del siniestro castigo  hilaba el plan para  capturar a su preciada presa,  la  pequeña  Inés.  Ella significaba la salida a aquel laberinto eterno,  su antepasado más  oscuro, Vlak  el empalador  le heredó  una terrible maldición lanzada por el rey turco.  Su cuerpo caería a pedazos  hasta renovarse totalmente,  se  escucha  tan  simple… pero  la maldición radica en el terrible dolor que producía la renovación.  Una catarsis dolorosa y lenta, y  en la que  corre  el grave peligro de que durante esta primera etapa  alguno de sus enemigos accediera a él y le aniquilase.  Por ello   busco refugio dentro de aquella comarca   sin vida,  enterrado vivo en aquel castillo    oscuro y  húmedo.  Muchas veces anhela  la vida  nocturna  de Paris, o   Berlín, añoraba las hermosas mujeres, las luces,  carne y sangre joven y deliciosa.  Sin  embargo, ahora tendría la oportunidad  de terminar con el hechizo,  la niña mujer   es dueña de  un gran poder, si él   pudiera tomarlo   nunca más tendría que  renovarse. El plan era simple,   un juego de niños,  tomaría prisioneros  a los  progenitores de la niña,   acerca del Lobo tenía otros planes.   En cuanto  pudiera llevar a cabo la  renovación, él   será su primer platillo.




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