
Janus
// Parte 4 //
—¿Y qué hay de tu pueblo, cómo han podido defenderse? Preguntó Altea
Al principio fue difícil, somos un pueblo de recolectores, nos alimentamos exclusivamente de plantas y raíces. Cuando vinieron por primera vez ofrecieron darnos conocimiento y armas a cambio de información acerca de Prima Bella, al negarnos las incursiones dieron inicio. Tratamos de defendernos, y lo logramos, como conocedores del bosque, sabíamos qué lugares eran peligrosos y cuáles no. Aunque solo existe pocos mamíferos, los insectos son una especie vasta en este lugar, y los utilizamos en su contra, construimos armas burdas pero efectivas, llegó el momento en que si los buscadores mataban una decena de nuestro pueblo, nosotros logramos aniquilar a tres de ellos, pero tras muchas órbitas descubrimos que el tratar de defendernos nos convertía en lo que más odiamos, uno de ellos . Nuestros guerreros, antes seres pacíficos, no podían ir contra su esencia primigenia , perdimos la batalla ante nosotros mismos. Olvidamos la diferencia que existe entre un guerrero y un asesino Durante un consejo decidimos evadirlos, ocultarnos, recolectamos mientras ellos no estaban, nos escondemos cuando aparecen de nuevo, y aun lo seguimos haciendo.
Se hace tarde dijo Irina con los ojos apagados, la tarde se contagiaba de tristeza, mientras el sol amarillo se ocultaba. Cuando llegaron al campamento, éste estaba alterado, Janus había desaparecido. No entendían qué podía haber sucedido. Rona trataba de calmarlos, Esius temía por Janus, Gore buscaba armas ocultas dentro de la nave, Kran apenas podía controlarlos.
Irina fue la primera que habló.
— No se preocupen, él debe estar buscando su conexión con la estrella blanca. Tenemos hasta el amanecer, debemos tener confianza.
— Kito, pidió Altea, ayúdame a encender los cristales, prepararemos una deliciosa cena.
— No creo qué quieras cenar, podríamos morir mañana mismo. Rezongó Kito.
— Esius intervino, vamos Kran, nosotros ayudaremos, si hemos de morir, no lo haré con el estómago vacío , he pasado demasiadas órbitas de esa manera. Rió Esius.
Kito y Gore lograron tranquilizarse. Cíclope trajo ramas secas, cristales de calor traídos por Irina, hicieron su parte, produciendo un fuego tibio y acogedor para el grupo. Irina espero que terminaran la cena para decirles:
— No podemos hacer nada por Janus por ahora, pero le ayudaremos, deben instalarse dentro de la estación espacial que poseen aquí. Les tendremos algunas sorpresas preparadas.
Irina notó a Rona tratando desesperadamente de ser útil. Su corazón se compadeció, alcanzó su morral, sacando unos pequeños monóculos de cristal, caminando hacia él, los puso en su mano.
Toma le dijo, son del cristal cercano a la estrella, poseen la capacidad de reflejar todo lo que ven y registrarlo dentro de tu mente, los más ancianos de mi pueblo los utilizan, estos pertenecían al padre de mi padre, pueden servirte.
Rona obedeció colocándolos sobre sus ojos, un grito de alegría llenó el campamento.
—¡ Puedo ver! Oh por la gran estrella ¡ todo posee colores increíbles, amigos, veo! Incluso veo a Cíclope hermoso. Todos rieron con ganas.
Altea miró a Irina con afecto. Le agradece infinitamente darle un poco de alegría a su viejo amigo.
Los aliados empezaron a seguir las instrucciones de la joven , recogieron pequeños frutos de color granate, eran un suculento manjar para los insectos similares a bolitas rojas con enormes mandíbulas capturadas en redes de cristal blanco, que las adormila lo suficiente para ser trasladadas dentro del sistema de ventilación del edificio de la corporación. Irina los guió , evadiendo los sistemas de defensa del hangar de los IA, lograron bloquear los sistemas de detección utilizadas por los enemigos, colocaron cristales de calor cerca de los principales generadores de plasma del lugar, contarían con medio día orbital, antes de que los cristales iniciaran las explosiones en los generadores. Kran logró comunicarse con ellos antes que las naves cruzaran la atmósfera. Altea, Gore, Kito e Irina tuvieron el tiempo justo de ocultarse ante la llegada de las naves. Entre la arboleda, en los pedestales sobre las copas, observaban los aliados las inmensas y poderosas naves que llegaban al planeta Omni, creadas en un material que asimilan la luz y lo reflejan de manera que en ciertos ángulos desaparecen de la vista. La forma triangular de las naves en su parte delantera, contrastaba con los paneles circulares de energía plásmica unidas desde la parte media del triángulo. Alerones extendidos a ambos lados señalaban la parte artillada de la nave. Irina nunca antes había visto la tercera en llegar al hangar; parecía que tres anillos concéntricos hubieran sido unidos por una especie de pirámide de cristal rojo, los destellos emanados por los anillos señalaban donde se halla la fuente de energía, pero a diferencia de las otras, la nave poseía una estructura similar a una antena abierta en la punta de la pirámide, lo que fuese emitía cada cierto tiempo señales de luz, que en ondas circulares recorrían el aire cerca del lugar. Altea fue la primera en advertir el peligro, señales de ondas sónicas recorrían velozmente el aire, detectando, aturdiendo, dañando. Irina miró a Kito llevar sus manos a los oídos con desesperación. Dando una señal señaló los arneses entre los árboles, solo habían tres, ella tomó a Kito colocando el arnés rudimentario, mientras veía pequeños hilos de sangre emanar de sus oídos, Altea y Gore taparon sus oídos con trozos de líquenes que colgaban de las ramas altas de los árboles. Ambos tomaron el dispositivo de escape en tanto la joven cargaba a Kito, pronto pusieron distancia entre ellos y las naves, kito parecía haberse recuperado mientras gritaba instrucciones a Irina cuál árbol tomar para llegar más rápido a la nave esfera. Al llegar, la nave parece haber desaparecido, pero en cuanto Altea llamó a Kran, la misma apareció ante sus ojos. Esius explicó a sus compañeros que sintió las ondas mucho antes de que estas detectarán la nave. Rona, curaba los oídos de Kito, ingresaron a la nave, colocando de nuevo la misma fuera del alcance del detector. Los amigos se miraron, lo que fuera qué intente buscar los IA, se hallan dispuestos a llevar la búsqueda hasta las últimas consecuencias. Irina pensó en su tribu, expresó su preocupación en voz alta. Los demás la consolaron. Janus lo resolvería. Pero dónde se encontraba. ¿Bastaría su poder y astucia contra aquel escuadrón de IA dispuestos a todo?
La noche cubrió el lugar, las señales sónicas seguían buscando… los compañeros de la nave lograron escuchar las explosiones de los cristales de calor, ¿Cuánto daño podrían haber causado?. Esius detectó el vuelo de las naves triángulo, la nave emisora incrementó su poder, convencidos de que el daño fue mínimo, la desilusión los embargo; dentro de la nave, un zumbido fue el inició de un dolor punzante de cabeza, Irina sacó de su morral un cristal amarillo en forma de U, cuerdas muy finas apenas visibles comenzaron a dar notas musicales suaves, tranquilizantes, el sueño sería lo mejor para el grupo, quizá la mañana trajera un poco de esperanza…
Cerca del hangar de los atacantes una figura alada esperaba, el cristal en forma circular que pendía en su cuello formaba una burbuja de aislamiento, despacio, como un animal de presa vigiló los hombres que descendían de la nave.
—ADN primigenio, le decía la estrella. Son humanos, han usado algún poder para atravesar la línea tiempo-espacio. Si logran su cometido, será el fin de este universo…
Los negros ojos de Janus destellaron de forma terrible.
—Tú lo has dicho madre…si logran su fin. Sus alas emitieron un sonido metálico.
Es hora de una visita, dijo , mientras volaba hacia el enorme hangar…
Capitulo 6 // La Batalla en el Planeta Cristal
Dentro del hangar-base dos humanos discutían acaloradamente, uno de ellos portaba un uniforme negro, un membrete con las siglas IA destacaba en su pecho. Su rostro de rasgos fuertes, tenía el diseño de un círculo concéntrico abarcando la mitad de su rostro; su cabello rubio destacaba el color trigueño de su piel, ojos penetrantes y fríos parecían destellar de ira contra aquel joven vestido con un sari, que refuta sus órdenes. Pren, el comandante supera por dos pies al científico, su cuerpo dotado de músculos pronunciados parecían absorber la figura frágil de Delanius, el doctor a cargo de la investigación que los llevaría a encontrar una energía de incalculable valor: Prima Bella, la estrella blanca.
—Debes ser menos agresivo Pren, aclara Delanius al comandante.
—Maldito pensador, decía Pren, no puedes tratar de enseñarme a hacer mi trabajo, yo no invado tu espacio en el laboratorio. Sé lo que debo hacer.
—Oh si, por supuesto, reclama el joven ¿Ni siquiera hemos llegado a establecer la base y pretendes atacar furiosamente a todo lo que se halle con vida dentro del asteroide?
—Furiosamente? decía Pren, a Delanius ; has visto los cuerpos de los soldados atacados por esos malditos insectos? O quizás debo llevarte a enfermería para que veas los resultados de las explosiones en dos de mis oficiales… qué crees que debo hacer, ir donde esos nativos y pedirles disculpas acompañadas de flores y dulces ?
Una vez asegurada el área nos instalaremos en la base.
El comandante dejó el lugar mientras Delanius intenta continuar con la conversación. En cuanto Pren salió del recinto de mando, el joven científico se dirigió al laboratorio, era difícil coordinar los planes de búsqueda de la estrella con este hombre al lado. El científico era un hombre delgado, de estatura media, cabello rojizo y piel blanca, el sari de tono azul con dos bandas rojas cruzando sus hombros, señalaba que era un científico alfa, de gran prestigio entre sus compañeros, sin embargo tratado como subordinado por este tiránico comandante. En su mano un círculo en forma de serpientes entrelazadas adornaba su muñeca. Delanius cavila acerca de que pese a que en los humanos el gen de predisposición a la violencia fue eliminado, dentro del ejército de la IA ninguno de estos hombres manejaba la frustración de manera adecuada. Muchas veces cuestionaba si en realidad la Federación de Planetas anulaba dicho gen dentro de las milicias. Dudas similares lo asaltaban acerca de las armas no violentas de la IA, había sido testigo de la antena sónica, un artefacto emisor de señales , interfiriendo con las señales eléctricas que conectan a las neuronas; usado durante un lapso de tiempo correcto con las ondas adecuadas, producía en cualquier ser vivo dolor, pérdida auditiva e incluso alucinaciones. Pero los inos era un sistema aún más aterrador, cualquier ente vivo era utilizado para ese fin , con frecuencia de apariencia pequeña e inocente era inoculado con virus o bacterias dañinas, se le dejaba interactuar en el medio ambiente elegido, calificando su efectividad según el número de muertes en dicho mundo. Utilizaban yauris, hormis, celots, e incluso plantas como huésped de aquellas pestes, pese a las protestas porque este método causaba verdaderos genocidios donde era aplicado, la Federación argumentaba el derecho de usar armas no violentas para defender sus intereses. A menudo Delanius se pregunta¿Cuáles eran en verdad esos intereses? Al entrar a su laboratorio notó algunas probetas e instrumental robot en el suelo. Pensó que los soldados no prestaban atención al bajar cosas tan delicadas de la nave al laboratorio, cuando se arrodilló para levantarlos, una sombra enorme lo cubrió, unas botas de hicieron levantar el rostro emitiendo un alarido de sorpresa.
Janus colocó el estilete en el cuello del doctor y le ordenó callar si deseaba vivir.
El científico no salía de su admiración al ver aquel impresionante espécimen recién descubierto.¿ A qué raza pertenece aquel ser? Sus rasgos eran muy similares a los del pueblo Omni o la gente de Cristal como solían llamarlos, pero aquellas enormes alas similares a un murciélago forjadas en vitrión con características maleables no eran frecuentes en ninguna especie conocida por él; quizás si pudiera estudiarlo, hacerle los exámenes necesarios
Janus sonrió con malicia
—¿ Me quieres como tu conejillo de indias, humano?
Delanius lo miró nerviosamente, ¿Cómo sabía eso?
Janus bajo su estilete guardándolo en su tahalí.
—¿ Qué buscan aquí ?¿ Por qué quieren hacer daño a un pacífico pueblo? Cuestionó al científico
— Te equivocas alado, nosotros… intentó replicar el humano
La mirada de ira en los ojos de Janus lo hizo callar.
Janus hablaba calmadamente mientras se pasea dentro del laboratorio:
— No quieren dañar, pero en este momento mis amigos sufren dolor gracias a la antena colocada sobre la nave-pirámide, tu jefe está infectando plantas e insectos, planea dejarles de regalo en el planeta…. supongo que sabes lo que eso ocasionará a sus habitantes.
— No es correcto… la frase no pudo ser terminada, Janus tomó el dije con aquel diamante circular y lo dirigió hacia el humano. Este fue envuelto en aquella burbuja color plata. Delanius podía observar cómo la IA destruía la base del asteroide Aurus, luego cómo atacaba a Janus y a su padre Gero, pudo observar como lugares de una impresionante belleza y calma eran destruidos por el escuadrón de naves bajo el mando de Pren.
