
La Rueda de Ixnor
// Parte 3 //
Astrigod solo podía mirarle con asombro.
—¿Te dije que mirarás el contador, eres boba o qué? El hombrecillo miró hacia el panel del contenedor, y chilló, esta vez con más fuerza.
¡Te lo dije mocosa! Ciento veintidós años luz, todavía me parece oír su melosa y convincente voz. Solo un par de años Melius, solo eso te pido, para que ayudes a mi sucesor. De repente el hombrecillo calló.
—Dónde está el sucesor de Primus, preguntó disgustado, mirando de soslayo a Astrigod. El rostro del ser se contrajo en una mueca de disgusto.
—¡Maldito bastardo, ojalá estés en el infierno, esto es tu sucesor, una niña, por qué no me diste la misión de educar un truaba , o quizás una mandra, sería más fácil !
Astrigod lo señaló con su estilete.
—Hablás demasiado pequeño ser, me ofendes, creo que no sería mala idea extirpar tu venenosa lengua. Y caminó hacia él. El ser lanzó una queja, demasiados años en ese contenedor, reflexiona la chica.
—Relájate anciano. Le ordenó de manera cortés.
—Pero el hombrecillo hablaba quejándose en voz alta de su negra suerte, de lo malagradecidos que suelen ser sus amigos, la charla se detuvo. Dirigiéndose de manera suplicante a Astrigod : supongo que Primus me dejaría algo de alimento, revisa quieres niña, me muero de hambre…
Astrigod nunca conoció a alguien como él , no era solo su físico, sino su parloteo, la queja continua, su desfachatez…Lo extraño era que parecía no molestarle, dentro de ella surgía hacia el hombrecillo confianza y afecto . Comenzó a recorrer el lugar, contenedores, piezas de repuesto, armas antiguas, todo era tan diferente. Deseaba asimilar, comprender todo en una sola mirada, la voz del hombrecillo chilló una vez más.
—¡Me matarás de hambre o te dignaras a traer alimento.! Revisa cerca de las armas , o del dispersor de señales neurales. Ordenaba el hombrecillo.
Astrigod lo miró con un signo de pregunta en su rostro.
—El ser chilló de nuevo. Una caja larga, con una pequeña antena sobre ella¡ Boba, niña boba!
Astrigod miró de nuevo, sus ojos encontraron la caja de tamaño mediano, a su lado un contenedor repleto de bolsas de variados colores, ella preguntó al hombrecillo si ese era su alimento. El ser corrió hacia el lugar, al ver el gigantesco recipiente gritaba de alegría.
—Magnífico Primus, lo único que has hecho bien, espera que te encuentre, te daré una paliza, viejo zorro.
Continuaba hablando mientras su mano abría el contenedor, allí, en lo que parecía ser estantes repletos de pequeñas bolsas de diferentes colores, él pedía cosas como chocolate o un trozo de pastel, Astrigod intenta entender a lo que se refiere el forastero, el jugo nutricional de algas era el único alimento conocido por ella. El dispensador pareció entenderle al hombrecillo, por medio de una ventanilla colocada en el último panel de la máquina recibía lo pedido.
Astrigod sonrió. Melius abría el paquete devorando todo tan rápidamente como la orden era dada. De pronto pareció darse cuenta de la presencia de Astrigod, y estirando su mano le ofreció unos cuantos paquetes . Ella rehusó, explicándole que su alimento consistía en nutrientes en forma de líquido.
El rió con ganas mientras decía :
—Con que el agrio Arrias logró lo que se propuso, dar algas licuadas a todo axnar, según su idea, la nutrición era lo primordial, gustos o sabores serían completamente relegados en este proyecto… previniendo que una alimentación no sana, influyera en tu salud. Vaya tipo, sabes, muchas veces lo pesqué sacando sobres de mi máquina, excelente líder, imponiendo a los demás lo que no practica él. En cuanto termine de alimentarme me llevarás ante Primus, quiero saludarle, ver como andas las cosa por aquí, sabes niña, nosotros construimos este búnker, antes de que se construyera la base alfa, en la etapa de exploración del satélite, no tienes idea de las argucias que tuvimos que practicar para despistar al par de buitres de Arrias y Simus…todavía suelo reír al recordarlo.
Astrigod miró a Melius, le preocupaba cómo referirse a la muerte de Primus, si el hombrecillo tuviese un sensorio en su muñeca, pero ella notó que no poseía la conexión Inix. Debería darle la noticia verbalmente. Mientras él se deshacía de los sobres en una máquina de reciclado, ella le tomó del hombro, se inclinó hacia él diciéndole con voz calma, que no podría hablar con Primus, pues él había muerto.
Melius dio un respingo.
—¿ Qué pasó niña? Cuéntamelo todo por favor!
Ella contó a Melius la historia, incluyendo lo que sabía por medio de la conexión del sensorio. El hombrecillo escuchó atento. Luego se retiró a un rincón, donde Astrigod pudo escuchar sus sollozos.
—¿Quién me cuidará ahora amigo? Tú sabes que no puedo vivir en este mundo sin la protección axnar. Hubiese sido mejor morir en el contenedor criogénico…
Astrigod se sintió invadida por un sentimiento de protección, de pronto recorría el lugar en busca de algo, cuando lo encontró, caminó hacia el extraño, tomó su mano y colocó en su muñeca lo que parecía un reloj de pulsera algo grande para el brazo de Melius, pero en cuanto fue colocado, un holograma de Primus destelló en la habitación. Su figura juvenil, sin la deformidad que Astrigod presenció, abarcaba la habitación, en ese momento Primus habló con él, dándole detalles, de lo que sucedió con Inix, de Astrigod, de su poder, de la misión encomendada por él, explicó a Melius como aquella joven era una extensión de su mente, de su vida, luego acercándose a él , tocó su frente, un destello blanco salió de sus dedos para penetrar en el hombrecillo. Él tembló un poco. El holograma desapareció.
Astrigod dirigió su mirada hacia Melius, parecía un poco más tranquilo. En ese momento ella se dio cuenta al buscar el sensorio artificial para Melius que sabía de antemano de qué se trataba y cómo utilizarlo.
Una sensación extraña hizo que bloqueara esta información a Inix. Lo que se encontraba en ese bunker, junto con Melius, debía ser confidencial.
La lluvia se detuvo. Tenía que regresar a la base. Explicó eso a Melius, le aconsejó descansar, un código clave lograría que en caso de emergencia Melius pudiese comunicar con Astrigod, incluso sin que Inix lo supiera…
Astrigod tomó el ascensor, al salir a la superficie , en el edificio deteriorado un truaba recorría los pasillos de la abandonada base. Trató de evitar el encuentro, los truaba eran felinos cubiertos por una especie de armadura, colonos anteriores los trajeron como mascotas, cazaban al atardecer, vivían de los pocos roedores e insectos que habitaban el lado oscuro del satélite, pero también disfrutaban la carne axnar, su coraza era tan dura, que solo si el estilete de vitrión pudiese penetrar en sus ojos pondría fin a su vida. Casi lograba escabullirse a salvo del edificio, cuando la voz de Inix sonó en su sensorio: ¿Astrigod dónde te encuentras?
El felino olfateó el aire. Astrigod lo sabía, el enfrentamiento sería fatal para alguno de los dos. Colocando su sensorio cerca de su boca, pidió la armadura mandra. No debería llegar con rasguños a la base, si lograba llegar… El felino comenzó a acercarse lentamente, pero en cuanto divisó su presa, se lanzó sobre ella. Astrigod logró evadir el primer ataque, su cuerpo rodó por el piso, pero el enemigo era más rápido, un zarpazo lastimó el hombro de la joven, toma el arma con la mano contraria, el felino atacó con furia, solo la armadura mantra la protegía de las afiladas garras, el aliento del enorme gato llegaba al rostro de Astrigod, el peso del felino, con su caparazón impedían a la chica llevar el arma hasta la cara del truaba, Astrigod resopló, las fauces del animal llegaron a su garganta, un destelló de fuerza colocó el estilete frente al ojo derecho del truaba, penetrando hasta el cráneo del monstruo. Este dio un alarido angustioso, Astrigod rodó sobre el lado derecho, lanzando al animal a una de las paredes del viejo edificio, levantándose con dificultad del piso, miró con asco su mano, donde un líquido ámbar se deslizaba entre sus dedos. La armadura mantra mostraba un ligero rasguño en el hombro golpeado, aún dolía mucho, seguramente está dislocado, pensó ella. Para su sorpresa Melius estaba a su lado, luego camino hacia el cuerpo del atacante , le dio un puntapié, advirtiendo de forma socarrona:
—Buena pelea chica, pero la próxima vez que te topes con un bicho de éstos lleva contigo el ¨gelatinizador¨, como le digo yo, o el DM como le decía el buen Primus, Dispersor de moléculas, presta atención , dijo, mientras dispara la pequeña arma hacia el truaba, al apretar el botón, un rayo brotó, convirtiendo al gato en una gelatina ámbar. ¡Te lo dije! Toma, dale la orden, esconder , y verás lo que sucede.
Ella obedeció, el arma tomó la apariencia de un adorno colgante. Miró complacida.
—Melius carraspeó, no creerás que el mote del Señor de las armas me lo puso Primus por mera casualidad, eh! Replicó orgulloso. Caminando de nuevo hacia la cabina del ascensor. ¡Te espero mañana mocosa!
Mientras lo veía ocultarse de nuevo en el búnker, Astrigod recordó la llamada de Inix, colocó el sensor cerca de su boca y contestó.
—Estoy aquí Inix en la vieja base, recuerda soy una arqueóloga amateur…
—Ten cuidado Astrigod replicó Inix, la lluvia caerá en cualquier momento. Le advierte la IA con voz preocupada.
—Estaré en la base pronto, deseas que te lleve un poco de óxido del lugar, bromeó Astrigod.
—No querida, me alegra que tu humor haya mejorado. Te cubriré lo que pueda.
El camino a la base fue corto para Astrigod, el hombro aún dolía. Se sorprendió que pese a la CI, la computadora no supiera de sus verdaderas andanzas. Algo extraño ocurría… Preguntaría a Melius mañana. Al entrar a la base aún llevaba la armadura, Inix la advirtió. Cuando colocó su traje de diario se dio cuenta del azulado moretón de su hombro. No le preocupó, aparte de Anax o Anxir, ella solo era eso, la mascota de Inix. Poco importaba. Cada vez que conocía algo más del gobierno científico, menos parecía importarle su agrado o desagrado acerca de ella. Esa noche volvió a soñar con la nave misteriosa, y un ser alado
Capitulo 3 // El Bunker
La mañana transcurría lenta para Astrigod. Anxir reclamaba unos datos de las antenas colocadas, Anax la sometía a un ligero interrogatorio acerca del moretón en su hombro…cerca del mediodía toma sus nutrientes, y sale de la colonia, Inix se convirtió en su cómplice, pues dijo enviarla a contabilizar en nivel de radioactividad acumulado en la vieja base.
Ningún científico preguntó para qué, en ocasiones les parecía que Inix tenía tanta o más manías que cualquier individuo conocido por ellos, Astrigod gozaba de toda libertad, en tanto Simus o Arrias no lo supieran. Salía corriendo del edificio rojo cuando tropezó con Anatea, esta era una de esas ocasiones excepcionales donde Anatea no mostraba su frialdad cotidiana, Astrigod la enfadaba, su sola presencia le irritaba, cuando no estaban los otros científicos a su lado lo demostraba abiertamente a la joven.
—¿Eres estúpida o qué? Preguntó de manera grosera.
Astrigod la miró directamente a los ojos, algo sucedió en ese momento, una serie de imágenes cruzaron por la mente de la chica. Miró a Anatea y a Primus Alfa besarse apasionadamente, como después del accidente durante la colocación del CI ella le abandonó, sintió la tristeza del científico. Su desolación al darse cuenta de que su amada lo olvidaba en brazos de Simus, uno de sus detractores. La científica sorprendida de la desfachatez de la chica al mirarla de ese modo, palideció cuando Astrigod pidió disculpas a la mujer diciendo:
—Lo siento, señorita Daysi.
Astrigod siguió su camino, al mirar hacia atrás pudo ver como Anatea se sostenía de uno de los pilares de la entrada. Quizás sentiría lástima, pero al conocer su traición, solo corroboró lo que pensaba de ella .Tenía tanto que preguntar al forastero. El camino se hizo corto. Al llegar , Melius la esperaba ansioso.
—Vamos, no tenemos todo el tiempo del mundo ,decía el hombrecillo.
—Melius, preguntó Astrigod, ¿qué sabes de Anatea?
—Esa bruja, aún vive? Seguirá siendo amante de Sirius? Preguntó con rencor.
—No lo creo, contestó Astrigod, él siempre se muestra distante hacia ella. Sabes, es una mujer muy hermosa, pero cerca de ella debes usar el dispositivo de calor para no congelarte.
Ambos rieron.
—Lo sé niña, ella hizo sufrir mucho a mi amigo… ¿pero cómo lo sabes?
Lo ví, lo sentí Melius, es como si parte de Primus estuviera en mi mente , hay algo más, tú, el bunker, lo que pasó con el truaba, Inix parece no tener idea de lo que sucedió en esos momentos.
—Recuerda que Primus fue el creador de Inix, si él no quiere que Inix sepa lo relativo a la existencia mía o del búnker, así será. Eres un receptáculo de poder, el conocimiento de Inix es gigantesco, pero ahora, el genio que pudo crear esa IA, está en tu cabeza…mientras decía esto, recorría el bunker, colocando frente a Astrigod una serie de extraños dispositivos.
Astrigod se reclinó en un viejo sofá. Mirando fijamente hacia la esfera negra dentro del triángulo y pidió a Melius que relatará lo referente a la esfera, y cómo conoció al doctor Primus.
